Es cierto
que en la vida atravesamos diferentes trayectos, donde podemos sentirnos,
quedándonos corto, incómodos. Podemos renegar de la vida, de lo que llamamos
sus pruebas, de nuestros afectos, podemos sencillamente querer aparecer en otra
parte del mundo y olvidarnos de todo lo que nos rodea y nos afecta.
Inclusive
estando en situaciones que son de nuestra preferencia, podemos sentirnos en
algunos momentos que no encajamos, que no pertenecemos a un lugar o una
situación no nos corresponde y aunque ese momento de desidentificación puede
ser de mucha utilidad para tomar decisiones que generen cambios en nuestras
vidas, la realidad es que siempre estamos donde necesitamos estar.
Esto
puede parecer que responde a la creencia de que el destino está escrito y no
nos da muchas opciones para vivir algo distinto a lo que experimentamos, pero
no es así. Nuestras vivencias van a responder a nuestras necesidades, que a su
vez, estarán asociadas a lo que vamos acumulando, es decir si se nos presenta
una lección que sabemos aprovechar, esto nos enriquecerá lo suficiente como
para que no resulte necesario ninguna experiencia similar.
Si por el
contrario, no llegamos a crecer y a sacar lo necesario, seguramente nos veremos
envueltos más temprano que tarde en una situación similar, y este ciclo lo
repetiremos hasta que por fin entendamos la raíz de la vivencia, tomando para
nosotros el conocimientos, las herramientas y los recursos que están a nuestra
disposición y nos preparan para el próximo nivel.
Muchos
dicen que la experiencia es el peine que nos regalan cuando estamos calvos, que
no sirve de mucho saber cómo actuar, reaccionar o afrontar una situación cuando
ya la hemos superado. Pero esa seguridad de poder hacer las cosas diferentes
con los recursos que hoy se tienen solo es una muestra de lo que hemos cambiado
con el paso del tiempo y de las experiencias, de no haberlo hecho,
probablemente estaríamos cometiendo los mismo errores en un situación similar o
bien adoptando una actitud particular ante un determinado escenario.
No
reniegues de nada de tu vida, todo está ubicado en ella por un motivo, con un
propósito, tu plan de vida contempla lo que necesitas tener cerca para
justamente ayudarte a evolucionar en lo que es necesario. Ni las personas, ni
los lugares, ni las oportunidades que se te presentan corresponden a un proceso
aleatorio, todo tiene un porqué y mientras más pronto tomes consciencia de este
hecho, más provecho podrás sacarle a cada experiencia, a cada nexo, a cada
momento y sin duda tu capacidad de resiliencia, tu tolerancia, tu paciencia y
tus capacidad de conectar con tu felicidad serán cada vez mayores.
Cuando
sientas que nada tiene sentido, toma un momento para ti y solo respira, el
alejar tus pensamientos te conectará a la fuente de toda sabiduría, que te
facilita entender que estás justo donde necesitas estar.
Sara
Espejo
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