Cada
pensamiento que pensamos, cada palabra que decimos, cada acto que realizamos,
tiene sus resultados directos e indirectos que encajan en la gran cadena de
eventos y efectos.
Desde
este punto de vista es difícil determinar entonces hasta que punto existe el
“libre albedrío”, hasta que punto somos libres o prisioneros de esta cadena
infinita de efectos que nos preceden.
Se puede
decir que no hay una verdad absoluta, somos libres y no lo somos al mismo
tiempo.
El
principio de polaridad muestra que ambas son medias verdades, son los polos
opuestos de la verdad absoluta.
Una
persona puede ser a la vez libre y sin embargo estar atada u obligada por la
necesidad o las circunstancias.
Sin
embargo: "Cuanto más te alejas de tu centro, más necesidades y ataduras
tendrás, cuanto más cerca del centro estás, más libre serás de todo."
Cuanto
más cerca estés de tu centro, podrás experimentar el equilibrio y el
autocontrol, entonces habrá menos tensiones y contradicciones en tu vida.
La
medida de tus tensiones es la medida de tu desequilibrio
La
medida de tu desequilibrio es la medida de tu sufrimiento e ilusiones
La
mayoría de las personas son más o menos esclavas de su herencia, de su
educación, de su historia personal, del medio ambiente, etc, y manifiesta muy
poca libertad. Son arrastrados por las opiniones, costumbres y pensamientos del
mundo exterior, y también por sus propios conceptos, emociones, sentimientos y
estados de ánimo.
No
manifiestan ningún control y mucho menos ninguna maestría.
Muchos
reaccionan indignados cuando se los confronta a este hecho, diciendo:
"¡Por supuesto que soy libre de pensar y hacer lo que quiero, siempre
puedo hacer lo que me place!". Pero no pueden explicar de dónde surge el
"quiero" y "lo que me place”. ¿Qué los hace querer hacer una
cosa en lugar de otra, o porque tienen preferencias y desagrados, ¿Cuál es su
origen? ¿Acaso pueden detectarlo y cambiarlo si realmente quisieran?
La
maestría consiste en cambiar estos “placeres” y "deseos" por otros en
el extremo opuesto del polo mental. Esta es la voluntad por la voluntad misma,
es acción, es libertad. Aplicas la negación y equilibras el movimiento.
En lugar
de la voluntad debida a algún sentimiento, estado de ánimo, emoción o sugestión
del entorno que hace surgir el deseo, el placer o el rechazo. Esta es voluntad
reactiva, atada a la cadena interminable de efectos. Crees que eres libre, pero
tus pensamientos y acciones son en realidad reacciones sin control verdadero de
tu parte.
En esta
posición reactiva, estás siempre buscando o huyendo, consciente o
inconscientemente.
La
mayoría de las personas son arrastradas como la piedra que cae de la montaña,
obedientes ciegamente al medio ambiente, a las influencias externas y a sus
pensamientos e ilusiones, por no hablar de los deseos y voluntades de otros más
fuertes que ellos mismos, la herencia, las costumbres y la sugestión, que los
arrastra por la vida sin resistencia de su parte, sin el mínimo ejercicio de la
voluntad. Movidos como peones en el tablero de ajedrez de la vida, desempeñando
sus papeles y luego dejados de lado cuando ya no tienen utilidad.
Este es
el destino del ser ordinario, ser siempre un
efecto repetido, un peón en un tablero, un eslabón de una cadena que ni
siquiera conoce.
Pero el
sabio, conociendo las reglas del juego, se eleva por encima del plano de la
vida material, y poniéndose en contacto con los poderes superiores de su
naturaleza, domina sus propios estados de ánimo y pensamientos, cultiva sus
cualidades y practica la polaridad, afectando también a su entorno y así en vez
de convertirse en un peón movido por otros, se transforma el mismo en el
hacedor de su juego.
Crea su
propia vida y su propia sabiduría.
Se vuelve
la causa y no el efecto.
Los
maestros y sabios no escapan a la causalidad de los planos superiores, sino que
se armonizan con los planos superiores y así controlan las circunstancias en el
plano inferior. Forman así una parte consciente del devenir cósmico, en lugar
de ser meros instrumentos ciegos.
Al
sintonizarse con las frecuencias sutiles superiores, reciben energía e
información que afecta inevitablemente al plano físico.
Mientras
que sirven en los planos superiores, gobiernan en el plano material.
Pero, ya
sea en lo alto o en lo bajo, el principio de causa y efecto está siempre
vigente.
No
hay tal cosa como la suerte o el azar
Somos
capaces de ver ahora, con ojos aclarados por el conocimiento, que todo se rige
por la única Ley, incluso el número infinito de leyes que existen, no son más
que manifestaciones de la Única Ley y Principio, que es el TODO.
Es cierto
en verdad que ni una piedrita cae sin ser advertida por la mente del TODO, se
dice que hasta los cabellos de nuestra cabeza están contados. Nada pasa
desapercibido en la totalidad. No hay nada fuera de la ley; nada que suceda
contrario a ella. Y, sin embargo, no cometas el error de suponer que esto te
convierte en un autómata ciego, sin la posibilidad de desarrollar tu poder
personal ni nada que hacer al respecto, todo lo contrario.
Puede
utilizar la ley para superar las leyes, ya que tu ser superior siempre
prevalecerá sobre el inferior. Puedes mejorar tu naturaleza fundamental.
Ampliar tus capacidades. Cambiar tus hábitos y tus puntos de vista.
¿Eres
capaz de comprender el significado de esto?
Lo que se
entiende comúnmente por libertad es simplemente la aspirina de los esclavos.
Ya eres
libre por naturaleza, pero si quieres experimentarlo en tu vida basta con
desatarte de la cadena de pensamientos y acciones que te han traído hasta este
punto.
Puedes
asumir sin identificarte y cambiar la secuencia de eventos y efectos en tu
favor.
Cambia
tus creencias. Olvida la educación recibida hasta el presente. Reinicia el
sistema a partir de tu silencio interior. Transforma tu entorno con tu deseo y
con tu mirada.
Si
quieres cambiar el efecto debes volverte la causa
Mariano Giacobone
Fuente: Buda
Cuantico
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