La
constancia y la voluntad presentan síntomas de cansancio. La batalla es
interna. Viejos cuestionamientos y dudas afloran, saben que sólo pueden vivir
mamando de la inconciencia y dan sus últimos coletazos para intentar torcer el
rumbo. A medida que ascendemos se caen los andamiajes. Las estructuras se
esfuman. Hay que permanecer alertas. Nunca se sabe de qué manera se presentará
el próximo desafío. Las pruebas son una constante que nos ayudan a elevar.
Hombro
con hombro, alma con alma, así, juntos, todo se hace más simple. La mano cálida
de un peregrino me apuntala. La sonrisa de otro hermano me infunde optimismo.
Todo suma. Es un honor poder disfrutar cómo las mariposas danzan con el viento.
Las abejas y picaflores también nos acompañan. Son mensajes sutiles que
confirman la senda elegida. El corazón simplemente agradece por tanta
felicidad.
A lo
lejos, todavía se escucha el eco de la risa de las masas. Creen que estamos
locos por querer que la paz y la armonía retornen a la Tierra. Cantemos. Que
nuestras manos se unan bien alto, para que desde el valle de lágrimas vean que
marchamos unidos en el amor, irradiando la energía de una nueva humanidad. No
somos mejores ni peores que los demás, sólo buscamos no vivir en la
inconsciencia.
Se
necesita coraje, fe y actitud para seguir peregrinando. La vibración del
despertar insufla energía, cicatriza las heridas y abre los ojos del alma. La
maestría del corazón nos guía. Podemos no verlos, pero estamos acompañados.
Seres de luz nos protegen. El caos, la desesperanza y el odio quedan en sus
bajos reinos de sombras. Luz por un lado, oscuridad por el otro. Las aguas se
dividen. Un nuevo orden se despliega.
Fuente: Tu Silencio Interior
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