“Si tiene solución, ¿por qué preocuparse? Si no la tiene, ¿porqué
preocuparse?” Proverbio chino.
Quejarse es estar peleado con la vida, es no aceptar la vida
tal y como esta es.
La queja, no resuelve nada, es inoperante, no aporta
soluciones, es el recurso de los resentidos que no se atreven a cambiar lo que
no les agrada, ni aceptar lo que no pueden cambiar, ni a las personas tal y
como son.
Los chismes y las críticas también son quejas sobre los
defectos que tienen los demás; y el problema es que no llegan a ser
conscientes, son formas de comportamiento habitual, un modo de ser, criticón y
chismoso, que se complace en ser juez implacable de los demás.
Quejarse es concentrar la atención en lo malo, lo que no se
desea. Si te mueves en la energía de la queja y el lamento, te estas
convirtiendo en una persona problemática. Y atraerás personas y circunstancias
problemáticas. Por eso, ser agradecido es fundamental.
La queja es imposible que exista con la gratitud, este es
uno de los principales secretos que hay que aprender.
Una vez que se entiende el sentimiento de gratitud y se le
permite penetrar hondo en el ser, se empieza a sentir gratitud por todo. Y
cuanto más agradecidos seáis, menos os quejaréis y gruñiréis.
Mantén una observación especial de tus pensamientos y
palabras y cada vez que te descubras quejándote, expresa un agradecimiento a la
vida o a cualquier cosa que puedas agradecer de corazón.
“Es tan grande el placer que se experimenta al encontrar un
hombre agradecido que vale la pena arriesgarse a no ser un ingrato”. Lucio
Anneo Séneca.
Lourdes Morales
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