Hace un par de semanas leí que el gobierno de Brasil tenía
pensado bloquear la conexión de WhatsApp durante un tiempo por una
investigación.
Me pregunté que pasaría si por ejemplo se bloquease la
conexión de Facebook y WhatsApp en España durante 7 días. ¿Ataques de pánico?
¿Suicidios en masa? ¿Protestas en la calle no vistas ni durante las mayores
injusticias de este país?
No hay más que ver el comportamiento de la gente en trenes,
paradas de autobús, en el autobús, conduciendo el autobús, en cada semáforo,
andando por la calle, en la cola del supermercado, en la cola del cine, antes
de la peli, durante la peli, para quedar con alguien, mientras lo esperas,
mientras estás con él o ella… WhatsApp, WhatsApp y Facebook. Y la mayoría de
veces para nada en concreto, es casi un acto reflejo.
No en vano España es el país que más uso hace de él de toda
Europa. Y mundialmente solo superados por Sudáfrica, Singapur y Hong Kong. Ahí
es nada.
Y Facebook más de lo mismo.
Si tú no eres de los que lo usan mucho quizás esto te suene
exagerado, de otro planeta, pero te aseguro que la adicción a estos servicios
en mucha gente es absolutamente real, llegando a ser enfermiza. Y lo peor es
que muchos la tienen pero aseguran no tenerla, como pasa con muchas otras
adicciones.
Recuerda también que depende también con qué se compare. Si
a día de hoy no has usado nunca Facebook o WhatsApp creerás que alguien está
obsesionado con el móvil cuando puede que lo único que haga es usar una
herramienta de forma responsable. O por el contrario alguien que hace un
sobreuso de estas herramientas creerás que tiene un comportamiento normal si lo
tuyo es peor y tienes una adicción incontrolada.
Considero que ambos servicios bien usados son excelentes
herramientas de comunicación y difusión, y que en mi caso no suponen una
adicción. De hecho tengo desactivadas todas las notificaciones provenientes de
Facebook y las de todos los grupos de whatsapp desde hace años. Por lo general
tengo activada la opción de “No molestar” en el iPhone, al menos en horario
laboral. Y las cosas que suelo publicar en Facebook casi siempre las hago sin
entrar, como compartir algún vídeo, artículo o fotografía.
Por supuesto de vez en cuando pierdo el tiempo hablando de
tonterías como lo puedo hacer alguna vez con otras cosas, pero no va más allá.
Publiqué este pensamiento en Facebook y después de una
animada conversación con amigos decidí que ya que no podría saciar mi
curiosidad realizando el experimento a nivel nacional al menos si que podría
probarlo en mi. No hay que olvidar que siempre vemos la paja en ojo ajeno y no
la viga en el nuestro. Pese a estar convencido de que no me supondría nada
podría estar equivocado perfectamente.
Así que eso hice la semana pasada, 7 días sin whastapp ni Facebook.
Desinstalé la aplicación del móvil y cerré sesiones de
Facebook en el ordenador (la app de Facebook hace mucho que no la tengo
instalada)
Antes de la desconexión
En principio 7 días no es mucho, hubiese sido mejor un mes
por ejemplo, pero en una semana ya se pueden ver cositas.
Pues bien, a pesar de que fue poco tiempo tuve que avisar
por Facebook de que iba iniciar hacer el experimento para evitar malentendidos,
dejar previstas algunas cosas que iban a suceder en esa semana, etc. ¡Como si
me fuese de viaje!
De hecho si solo leías algunos comentarios que me hicieron y
no supieses a cuento de que venían creerías que lo que iba a hacer es emprender
una gran hazaña como escalar el Everest o cruzar el Atlántico a nado. La cosa
prometía. No había ni empezado el experimento y ya podía sacar las primeras
conclusiones 😀
Durante la desconexión
Como era de esperar no noté ningún impulso preocupante. La
gente que de verdad tenía interés en decirme algo durante esa semana lo hizo
por SMS o me llamó directamente. La que no, no. Y lo mismo hice yo, llamé
cuando quise hablar con alguien y el mundo continuó girando.
Al tener un par de páginas en Facebook asociadas a este blog
y a otro me sentí tentado en entrar solo para publicar algunos artículos
relacionados. Finalmente no lo hice. Cuando comparto algo por twitter con el
perfil de @estonoescomida automáticamente se publica en la página
correspondiente de Facebook así que no hacía falta. En cuanto al otro blog que
tengo, del que obtengo algunos ingresos a diferencia de este que lo hago por
amor al arte, no lo actualicé. No se iba a acabar el mundo por una semana
tampoco.
Después de la desconexión
Es curioso como casi todo el mundo me preguntó como me había
ido, incluso gente con la que no suelo hablar más allá del saludo. Sigo vivo,
les contestaba 😀
Algunas conclusiones obvias:
Más batería en el móvil.
Más tiempo para otras cosas. Poco o mucho dependiendo de
quien haga el experimento, pero al fin y al cabo más tiempo.
Menos distracciones. Salvando las distancias es como irse un
fin de semana a la montaña sin cobertura. Insisto, a pesar de que yo tengo la
mayoría de notificaciones desactivadas.
Si las conclusiones son todas buenas y se vive como flotando
en una nube de algodón rosa, ¿me voy a dar de baja de Facebook y desinstalar
WhatsApp para siempre?
No.
Como ya he dicho al principio, el problema no está en las
herramientas, está en el uso que se hace de ellas. ¿podrías vivir sin móvil hoy
en día? Evidentemente sí. Ahora, me parece que las ventajas de disponer de uno
supera con creces los inconvenientes, máxime cuando el 95% de esos
inconvenientes son fruto de un mal uso.
Un ejemplo de mal uso de WhatsApp (y cualquier sistema de
mensajería) muy típico: Creer que hablar con alguien por whastapp es lo mismo
que hacerlo por teléfono pero por escrito. Algo tan tonto provoca un sinfín de
peleas y confusiones. Desde los “leidos”, “recibidos”, “en línea”, lo que
tardas en contestar, el como lo dices, las prioridades, la atención, etc.
Yo voy a seguir como hasta ahora usando Facebook y WhatsApp
con las notificaciones al mínimo. Siendo que tienes control absoluto de cuanto
quieres que “te moleste” un servicio veo que hoy en día no es necesario salirse
de todos los grupos por sistema, dar de baja cuentas o desinstalar aplicaciones
y desaprovechar lo que te puede dar cada servicio, que es mucho. Tampoco es
preciso estar en absolutamente todos los berenjenales, ni un extremo ni otro.
Conclusión
Dicho esto es probable que vuelva a repetir el experimento
dentro de unas semanas, y que lo siga haciendo de forma periódica.
Te animo encarecidamente a que lo pruebes durante una
semana. De verdad, hazlo y saca tus propias conclusiones. Aunque creas que no
va contigo y que “controlas”.
Una semana es muy poco y te aseguro que no vas a morir de
inanición ni nada parecido. Si al segundo o tercer día notas un atisbo de
ansiedad, sientes que te aburres más de lo normal, te pones de mal humor,
maldices el experimento o tienes muchas ganas de que llegue el séptimo día para
por fin poder usarlo… tengo malas (y a la vez buenas) noticias para ti.
Ah, y no me vale la excusa de “es que yo uso Facebook y
WhatsApp para mi trabajo y no lo puedo dejar”.
A excepción de casos muy, muy concretos, no necesitas
Facebook y WhatsApp para tu trabajo. Si acaso lo que necesitas es un grupo de
WhatsApp concreto o una página pública de Facebook en concreto. Nada te impide
que durante el experimento bloquees al resto de contactos, o al menos los más
usados, y no te enteres de nada a excepción de ese grupo (del que probablemente
sea trabajo 10% y chorradas varías 90%). O por ejemplo en el caso de Facebook
hacer un acceso directo a la página que gestionas sin necesidad de ver la
página de inicio, mil una notificación o mensajes personales privados.
Desde luego no es lo mismo que la desconexión completa, pero
opciones hay. Querer es poder. Y cuando uno no quiere o no tiene ganas, no
puede.
Prueba y luego CUENTALO!!!!
Fuente: Esto no es coida
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