LA
CONVIVENCIA INTERNA
Para
sentirse bien, hay que entender que nuestra característica fundamental es la
paz. Siempre lo ha sido y siempre lo será.
Por
desgracia, las exigencias, los compromisos, las obligaciones y las
responsabilidades del día a día nos limitan y ocupan un lugar tan prominente en
la conciencia que no nos sobra tiempo para dar crédito al potencial de ser
pacífico.
El ser
posee alas y quiere volar. En ocasiones consigue batirlas para alzar el vuelo,
pero quizás no tenga suficiente seguridad para, al abandonar su rama,
permanecer volando de verdad sin caerse.
¿Qué
sucedería si un pájaro batiera sus alas, pero las garras no se soltaran de la
rama en la que se encuentra? No volaría y sólo se cansaría. El cansancio y la
frustración caracterizan el estado de la persona que no tiene fe en su propia
capacidad de volar libremente y sobre todos los obstáculos. Se mantiene
agarrada a las ramas del apego que generan una ilusión de seguridad.
Hay una
frase popular para ayudar a alguien: «hacerle salir del nido». Pero, ¿quién
puede hacer salir del nido el ser para dejarlo volar? Solamente el Ser.
El primer
paso consiste en aprender a valorar las características de tu personalidad que
podrían conferirte una seguridad real, independiente de bastones y de ramas.
El
segundo paso consiste en comprender que los defectos y las flaquezas forman
parte de un estado de conciencia con el que ya no te identificas. No hace falta
que seas débil.
Cuando
alguien está construyendo una casa nueva, todo su amor y esperanza se dirigen
al nuevo hogar. El viejo se olvida rápidamente. Todo el interés se dirige al
futuro y el pasado ya no tiene fuerza para echarte hacia atrás.
Ser tu
propio amigo
Para
convivir bien contigo mismo, tiene que gustarte ser quien eres. Evidentemente,
esta nueva amistad que brota internamente depende de la sinceridad de tus
esfuerzos por dejar atrás lo inútil y lo perjudicial.
Para
muchos, a menudo la vida consiste en una serie de actividades aleatorias, sin
meta y sin destino. El futuro se sacrifica en aras del placer del presente. Y
el presente no dura lo suficiente para poder llenarnos o satisfacernos.
Amigos,
contactos, fiestas y frivolidades desfilan con gran pompa por la tela de las
mentes de tales personas. Las palabras son confusas y las acciones, todavía
más. La felicidad es escurridiza, siempre es una casi experiencia. Surgen pensamientos
como:
Casi fui
feliz.
Casi
conseguí integrarme.
Casi
llegó mi hora.
Esto
sucede cuando ignoramos que la base del bienestar es estar bien con uno mismo.
No necesitamos estar atrapados en una búsqueda de sensaciones y experiencias
que vengan del exterior.
Es
frecuente pensar que el menos responsable de nuestra condición interna somos
nosotros mismos. Pensaremos que es la sociedad, el gobierno, nuestra familia,
pero no nosotros mismos.
Un gran
paso en la vida, sin duda, es asumir la responsabilidad de nuestros propios
pensamientos, palabras y acciones y sus consecuencias.
Asumir
Asumir la
responsabilidad de tu estado espiritual considerando tus recursos y la
confianza en tus posibilidades te ayudará a despreocuparte por tu futuro y a no
darle tanta importancia.
Si ahora
estás actuando bien, por fuerza el futuro tendrá que ser bueno.
Cuando te
preocupas de ti, sientes una gran tolerancia hacia los demás. Consciente de tus
propios fallos, puedes perdonar a cualquiera. Consciente de tus virtudes,
deseas contribuir a la elevación de los demás.
Fuente: Proyecto PV
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