La farmacia del siglo
XIX tenía remedios muy variados con plantas medicinales que todavía hoy podemos
ver en farmacias-museos, herencia de los alquimistas.
Aunque las palabras
“fitoterapia holística” conllevan implícitas la concepción de medicina
integrativa, no siempre la fitoterapia se aplica así sino más bien se tiende a
veces a caer en la terapia sintomatológica, como herencia de la terapia vegetal
del siglo XIX o sin ir más lejos como influencia académica de la medicina
actual con productos químicos. La farmacia del siglo XIX tenía remedios muy
variados con plantas medicinales que todavía hoy podemos ver en
farmacias-museos, herencia de los alquimistas. Pero dichos remedios fueron tendiendo
a estar cada vez más concentrados y por tanto no carentes de efectos
secundarios, y si además tenemos en cuenta que las plantas utilizadas eran
entre otras las más tóxicas, es fácil pensar en los muchos errores que se
habrían dado en la dosificación, ya que en dichas plantas las dosis
terapéuticas están muy cercanas a las dosis tóxicas. Ya sabemos, como bien
decía Paracelso, el gran alquimista, que nada es veneno o saludable, todo
depende de la dosis.
La medicina fue por
esos derroteros pero todavía de una forma más agresiva para el organismo, con
el nacimiento de los productos de síntesis.
Los productos
sintéticos surgieron emulando las moléculas naturales, por ser más controlados
y más baratos y por tanto un negocio más estable. Nacía uno de los más grandes
negocios de la historia de la humanidad, la salud. Evidentemente la medicina
sintética ha solucionado muchos problemas pero ha olvidado en su camino que
está destinada al hombre. El hombre no recibe como algo natural este tipo de
medicinas, no las reconoce como algo natural y por tanto no las asimila de
forma natural sino que las rechaza, aunque en ese rechazo cumplen dichas
moléculas su objetivo, la acción farmacológica. Acción, sin duda, llena de
efectos colaterales, en gran parte de los casos, pero en contraposición con
efectos en principio beneficiosos para el organismo.
Actualmente las
terapias naturales cada vez más se inclinan a considerar al hombre como un ente
multiestructural, con inteligencia, mente, sentimientos, conciencia, deseos,
penas y un cuerpo físico complejo interrelacionado, con un sistema nervioso que
está implícito en todos los órganos y unas hormonas que relacionan todas las
estructuras funcionantes. Esto implica lógicamente una serie de remedios que
deberán ir dirigidos a diferentes áreas del hombre enfermo.
Y así nace la
fitoterapia holística, aplicada en pequeñas dosis, muy lejanas a las
suministradas en el siglo XIX, donde se consideran los orígenes de la
enfermedad, aplicándose de forma multifocal, aprovechando la amplia gama de
acciones de las plantas y su complejidad química. Se aportan al organismo
pequeñas dosis de muchos principios activos donde se respeta el orden natural
de los principios y las vibraciones moleculares establecidas por la naturaleza.
Este tipo de terapia hace que el enfoque del tratamiento vaya dirigido al
cuerpo humano formando un amplio abanico de acciones, todas ellas dirigidas a
equilibrar aquellas funciones reversibles que han sido apartadas del equilibrio
biológico que tenían y que supone la enfermedad.
Dentro de la
fitoterapia holística existe la fitoterapia pura, la homeopatía, las flores de
Bach, etc. Cada vez más estas terapias son solicitadas por enfermos
insatisfechos o por enfermos convencidos de que estas medicinas pueden
devolverles el equilibrio y la salud. Estoy convencido de que en unos años,
cuando el mundo se mueva quizás por unos ideales menos lucrativos, sea el
momento en que estén considerados estos remedios naturales como medicina de
primera elección, y no al revés como hoy en día sucede. Siempre que el
equilibrio sea posible y por tanto reversible el proceso mórbido, se debería
recurrir a remedios carentes de efectos secundarios y evitar más desequilibrios
y trastornos encadenados que lamentablemente suceden muy a menudo.
No hace muchos años
surgieron en nuestro país las flores de Bach, donde ya no hablamos de
principios activos –como es el caso de la homeopatía- sino de vibraciones, de
movimiento molecular. Hoy la medicina alternativa avanza por esos derroteros,
haciendo tanto caso al alma como al cuerpo. Autores como Samuel Hanneman,
Edgard Bach o Rudolf Steiner a finales del XIX, o bien actualmente Rike Geerd
Hamer, Richard Gerber y muchos otros, han dado y dan mucha importancia al alma
y a los sentimientos del hombre como parte integrante del mismo y por tanto
también de la enfermedad.
Una nueva medicina más
sutil se despierta en la actualidad, donde los estados vibracionales de la
materia van a tener mucha importancia a la hora de enfocar la sanación y donde
las técnicas de diagnóstico se escapan a las explicaciones de la ciencia
actual. Debemos tener la mente abierta a todas estas intuiciones, ya que el
progreso, tan sólo manteniendo las miras amplias, puede llegar a instaurarse,
el academicismo exacerbado o la ortodoxia estricta conducen siempre a lo mismo,
a dar vueltas por los mismos laberintos, con escasas posibilidades de encontrar
la salida correcta.
El antiguo modelo
newtoniano basado en una física de ver y tocar pasará a otro basado en Einstein
y sus teorías y en la física cuántica; la consideración de nuestro organismo
como una biomáquina pasará a ser más bien visto como un sistema
energético-dinámico; en vez de ser el cerebro nuestro bioordenador que controla
todo y la conciencia la consecuencia eléctrica del mismo, pasarán la mente y el
espíritu a ser los verdaderos protagonistas de la dirección; las emociones y el
espíritu deberían ser considerados como agentes relacionados con la enfermedad
y unidos al cuerpo por conexiones neurohormonales y energéticas. Así, por
tanto, los medicamentos del futuro deberán estar basados en vibraciones capaces
de alterar y equilibrar estados emocionales y situaciones de nuestra mente.
En la medicina
vibracional la enfermedad no será causada solamente por agentes patógenos, toxinas
o traumatismos sino también por disfunciones energético-emocionales
relacionadas con nosotros mismos y con los demás. Es muy probable que las
energías de las que habla la medicina china, es decir, los meridianos, los
chakras, etc cobre una especial relevancia a la hora de explicar las
enfermedades.
El nuevo modelo
vibracional en la apreciación del ser humano considera que la conciencia
desempeña un papel integrador en la salud y en la enfermedad, así pues, la
conciencia no es un mero subproducto resultado de señales eléctricas y químicas
procedentes del cerebro sino que se considera que la conciencia en sí misma es
un tipo de energía, capaz de influir hacia lo más físico.
Autor: Antonio Vega
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