Estar expuestos desde
una edad muy temprana al ojo público, a la larga, puede conllevar graves
problemas madurativos y emocionales.
Siempre ha habido –y
siempre habrá– casos de niños famosos, actores, cantantes o deportistas que
consiguen un gran éxito y mucha exposición mediática. Sin embargo, el
desarrollo de las nuevas tecnologías ha propiciado el aumento de profesiones en
las que los niños pueden desarrollar una carrera desde muy pequeños.
Youtubers, influences,
gamers,además de nuevas plataformas que demandan más actores, cantantes y
modelos infantiles... son algunas de las nuevas ocupaciones de niños
excepcionales que destacan en este mundo de adultos pensado para adultos. ¿Cómo
afecta esta temprana exposición mediática a su desarrollo emocional?
NIÑOS SOBREHALAGADOS PERO TAMBIÉN VAPULEADOS
Estos niños o jóvenes,
al recibir el halago de millones de personas, se acostumbran desde muy pequeños
a ser el centro de atención y a vivir rodeados de todo lo que implica la fama:
lujo, grupos de fans, caprichos, ropas caras, viajes, fiestas, etc. Por
desgracia, también se acostumbran a convertirse en el centro de críticas,
envidias, celos y violencia de muchas miles de personas.
Trolls, acosadores,
abusadores, se pasan la vida persiguiendo a estas niñas y niños cuyas vidas
quedan muy expuestas a través de las redes sociales.
Este fenómeno del acoso
se da también en vivo. Recordemos, por ejemplo, a la joven estrella de
Strangers Things, Millie Bobby Brown que, ante el acoso que recibía por parte
de sus compañeros de colegio, acabó decantándose por seguir una educación en
casa. Fue la forma de salvaguardar su salud emocional y psicológica que, tras
su exposición al bullying, se había visto muy mermada.
Como también pudimos
ver en el documental que hace algunos meses emitieron sobre las niños y niñas
de Parchís que la fama conlleva muchos peligros, algunos muy graves, como una
exposición muy temprana a drogas, alcohol y al abuso sexual.
Lamentablemente, muchas
veces esto no supone un freno para algunos padres y madres que presionan a sus
hijos para convertirles en el nuevo fenómeno de las redes. Estos padres llevan
a sus hijos a concursos, a castings y les hacen trabajar con horarios adultos
para lograr fama y popularidad.
En muchos casos, estos
niños no son más que el reflejo de los deseos o las aspiraciones insatisfechas
de los padres que desean cumplir sus sueños a través del éxito de sus hijos.
JÓVENES QUE QUEDAN MARCADOS DE POR VIDA
Con el paso del tiempo (a
veces de muy poco), cuando crecen o cuando ya no son rentables, la mayoría de
estos niños son desechados por la industria. Estos pequeños y pequeñas son
sustituidos por otros más jóvenes, guapos o graciosos. Se convierten entonces
en lo que conocemos como “juguetes rotos”, aquellas estrellas infantiles que
caen en el olvido y a los que, tras su momento de fama, quedan flotando en el
vacío del anonimato.
Estos niños, juguetes
rotos, al no ser nunca más el centro de atención, caen en depresión o son
víctimas de adicciones. Entre otros, podríamos nombrar algunos casos conocidos
como el de Joselito, niño prodigio del cine y la canción que, décadas después,
era adicto a la cocaína e, incluso, estuvo al borde del suicidio.
Otro ejemplo: Linda
Blair, a “niña del exorcista”. Fue condenada por tráfico de drogas o el de Drew
Barrymore, adicta al alcohol con 11 años, a las drogas con 12, con 13 años
intentó suicidarse y con 14, tras un intenso proceso de rehabilitación, se
separó legalmente de sus padres para poder dejar de estar expuesta a su
influencia que resultaba profundamente dañina y tóxica para ella.
Con el paso de los
años, cuando Drew Barrymore, ya adulta y mujer de éxito, tuvo a sus propias
hijas, declaró que jamás les haría lo que sus padres habían hecho con ella, que
jamás las expondría a situaciones de adultos.
¿SE PUEDE EVITAR QUE SE CONVIERTAN EN “JUGUETES ROTOS”?
Como siempre hablamos
en este blog, la atención y el acompañamiento de los padres siempre es la clave
para prevenir y evitar daños emocionales en los hijos. Y ocurre lo mismo en el
caso del desarrollo del síndrome del juguete roto.
El gran problema de
estos niños, juguetes rotos, es que se perdieron su niñez.
No pudieron disfrutar
de ser niños, de mancharse con barro, del juego libre, de dormir hasta
hartarse, de comer chuches, de hacer cosas de niños, del anonimato... porque
tenían responsabilidades de adultos cuando no estaban ni física, ni emocional,
ni psicológicamente preparados para ellas.
Con el paso del tiempo,
cuando estas personas se quedan sin trabajo y halagos, se apodera de ellas una
continua sensación de vacío y de abandono: ya son mayores y nadie se acuerda de
ellas. Si su único mundo y su único aliciente en la vida había sido su trabajo
y la fama derivada de éste, cuando todo esto salta por los aires, a estas
personas les resulta muy difícil encontrar algo que llene sus vidas, por lo
que, para tratar de cubrir su vacío existencial, acaban cayendo muy fácilmente
en todo tipo de adicciones.
Un acompañamiento
equilibrado y maduro de los padres resulta imprescindible para ayudar a los
niños a no crecer dependientes de su trabajo y de la fama.
Es importante que estos
niños mantengan activas otras áreas de actividades diferentes, que jueguen, que
aprendan sobre otras cuestiones, que tengan una vida lo más normal posible
fuera de los focos de atención.
Estos pequeños deben
poder vivir su infancia en un entorno de seguridad, anclados a su realidad de
niños y, sobre todo, sintiéndose acompañado por sus seres queridos como las
criaturas que son.
Durante la infancia y
la adolescencia, la presencia de los padres en este caso es especialmente
importante para crear un clima íntimo y familiar que les de sustento emocional,
acompañándoles a todos sus viajes y sin dejarles en manos de terceros. También
resulta imprescindible que sus padres estén atentos para protegerles de abusos,
acosos y de la exposición al lado dañino de las redes.
Solo sintiéndose plenos
cuando son pequeños, se puede evitar que vivan el vacío que otros niños
artistas viven cuando la fama desaparece.
Fuente: Cuerpo Mente
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