En la VIDA, todo es cíclico. Unos más
largos que otros, todos los ciclos siempre se completan. Es inevitable que así
sea. No hay tormenta ni calma que sea para siempre…
En todo proceso debemos experimentar
ambas caras de la energía para completar un aprendizaje.
Y es que hay experiencias que son
inevitables. No podemos parar la lluvia y hacer que el calor reine en el
invierno porque no nos gusta el frio.
La pregunta es ¿qué queremos hacer
con esas experiencias? Y en esa respuesta es donde sí somos libres de elegir.
Cuando conocemos de cerca la vida de quienes consideramos nuestros maestros,
podremos ver una biografía de altibajos. De la experiencia de esos vaivenes es que
han despertado su sabiduría.
Entre subidas y bajadas han
encontrado el equilibro. Y de ese equilibrio conocieron la paz. Y desde la paz,
se permitieron entender los altibajos como diferentes estados de aprendizaje.
Pero no podemos concluir en lo último
sin aprender lo primero.
Llegar a estar en paz tanto en subida
como en bajada requiere que comencemos por no resistirnos a aceptar los
cambios, renunciando a victimizarnos cuando estamos “abajo” o de la necesidad
de estar siempre “arriba”, para poder ver más allá de lo que nos pasa y
volvernos más sabios.
Quiero detenerme un momento en lo que
quiero decir con la palabra aprendizaje. Este no es necesariamente algo que
tenga que ver con el intelecto y la comprensión. Muchas veces me encuentro con
gente que está en medio de una tormenta y se niega a salir de ella porque aún
no ha entendido “cuál es su aprendizaje”.
Lo que tenemos que aprender no
siempre es comprensible -puede ocurrir en el nivel de nuestras emociones y no
ser identificable para nuestro pensamiento-, y pocas veces, muy pocas, logramos
verlo cuando estamos en medio del conflicto. Analizar, tratar de entender y
poder explicar lo que nos sucede nos lleva a quedarnos anclados en el drama
mucho más tiempo del que realmente necesitamos. Aceptar no siempre requiere de
nuestra mente. De hecho, de lo único que requiere la aceptación de nuestra
mente es que se calle, que haga silencio, que no ofrezca resistencia con más
preguntas. A este estado llegaremos tarde o temprano, pero el tiempo que demoraremos
será cada vez menor en la medida que aprendamos a serenar nuestra mente.
Sí, es posible estar en paz incluso
en los momentos de crisis y caos.
Pero para llegar a ella primero
debemos encontrar el equilibrio. Y para llegar a él, debemos dejar pasar los
reclamos que hará la mente. Y para que eso suceda, hemos sido dotados de
decisión y voluntad.
Es decir, estar en paz es una
decisión personal que cada uno puede tomar. Cuando demos este paso, quizás no
parezcamos tan inteligentes, pero seguro seremos un poco más sabios.
Psicogenealogía Psicólogo GestaltistaEdgar
Mendizabal
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