1) Equiparar avance científico con
avance físico.
Los avances científicos más
significativos no son aquellos que se basan en el descubrimiento de propiedades
físicas objetivas, cuyas aplicaciones nos resultan más o menos prácticas. Lo
verdaderamente importante en el avance científico es la creación de modelos
teóricos que nos ayudan a entender los fenómenos físicos.
El avance científico más importante
de las últimas décadas ha sido el desarrollo metodológico de las teorías de
cuerdas y la inmensa coherencia que presentan para describir el Universo.
Dichas teorías no se basan en la experimentación física sino en el
razonamiento.
2) Entender la mecánica cuántica
desde un punto de vista materialista.
Hablar de “física cuántica” es un
eufemismo en sí mismo. El mundo cuántico tan sólo puede describirse en términos
matemáticos o probabilísticos; En dicho “mundo” no podemos aplicar ni uno solo
de nuestros conceptos físicos. El entrelazamiento cuántico instantáneo ni
siquiera puede describirse de forma matemática y, por supuesto, es
independiente de cualquier escala física de distancia.
3) Pensar que las Leyes de la
Relatividad son leyes físicas.
Las leyes de relatividad son leyes
genéricas en su totalidad. Podría decirse que son cómo las leyes de la “Oferta
y la Demanda” en que se basa la economía, pero aplicadas al espacio y al
tiempo.
Las leyes de la relatividad especial
nos indican cómo fluctúan el espacio y el tiempo cuando añadimos la variable
“movimiento”; Y las leyes de la relatividad general nos explican como fluctúa
el espacio-tiempo-movimiento cuando añadimos nuevamente la variable
“movimiento”; Es decir, introducimos el “movimiento acelerado”.
Dichas leyes no son más que un marco
conceptual de razonamiento en el que sólo necesitamos variables genéricas,
vectores de movimiento y un marco de referencia. Nada físico en realidad. Por
este motivo decimos que de ellas se deriva el “Big-Bang”, ciertamente un
concepto metafísico.
4) Afirmar que la ley de la gravedad
es exclusivamente una ley física.
Nadie duda que experimentemos
físicamente los efectos de la gravedad, aunque también es cierto que los
podemos experimentar aún sin estar despiertos. Pero… afirmar que la gravedad es
una “fuerza” y que sus “efectos” se circunscriben al mundo físico jamás se ha
podido demostrar. De la misma manera que para certificar la existencia de un crimen
necesitamos ver el “cuerpo”, jamás se ha podido verificar la existencia de las
conocidas como “Ondas Gravitacionales”.
5) Teorizar y teoría son términos
completamente diferentes.
Podemos teorizar acerca de la
existencia de una civilización perdida en el tiempo o sobre la existencia de
una partícula fundamental, pero una teoría (en el sentido científico del
término) implica algo mucho más sustancial: una teoría física implica
necesariamente un patrón de funcionamiento.
Hoy día decimos, con una cierta alegría,
que se ha confirmado la teoría del “Bosón de Higgs”….pero no podemos entender
esto como una teoría en sentido literal. En primer lugar y, aunque sea de forma
anecdótica, lo único que se ha demostrado es una alta probabilidad acerca de su
existencia.
En segundo lugar y, esto es lo
verdaderamente relevante, cualquier teoría científica implica un hilo
conductor, algo que explique la conexión entre diferentes eventos. Hablar del
Bosón de Higgs como si fuera, por sí mismo, una partícula y un mecanismo de
interacción es, en sí mismo, una contradicción, una confusión en los términos.
6) La creencia fundada en la
experimentación.
Si algo distingue al método
científico es que básicamente se trata de un método empírico. Sin embargo, la
más universal de todas nuestras leyes físicas (la ley de la relatividad) no se
basó en la experimentación. De hecho, ni siquiera tuvo en cuenta el criterio
matemático que, por definición, es estático.
A nadie en su sano juicio se le
hubiera ocurrido sincronizar dos relojes atómicos y subirse a un avión
supersónico para ver si, por casualidad, existía una distorsión relativa entre
el espacio y el tiempo.
Si algo demostró Einstein es que la
experimentación está siempre supeditada al razonamiento previo. Einstein no
siguió nunca el método científico, aún cuando sea reverenciado por todos los
físicos.
7) Pensar que el método científico
constituye un cuerpo completo de conocimiento.
Habitualmente pensamos en la
coherencia del método científico, dado que establece que: para validar una
teoría debemos contrastar empíricamente las evidencias y, de forma
complementaria, sintetizar una formulación válida basada en la lógica
matemática.
Pero… analizando con detenimiento
dicho método comprobamos rápidamente que, en realidad, tan sólo nos basamos en
el criterio matemático. Y es que… podemos hacer muchos o muchísimos
experimentos, pero si no podemos condensar su patrón de funcionamiento en una
formulación jamás tendremos una teoría, sino una conjetura.
Prueba de ello es la existencia de
las conjeturas matemáticas, las cuales (en su totalidad) han resultado ser
ciertas en miles o millones de experimentos (o iteraciones matemáticas por
ordenador) pero, de acuerdo con este criterio, no se aceptan como teorías.
Cuando sólo consideramos un criterio
de veracidad, no seguimos (de hecho) un criterio científico, lo que hacemos es
“un acto de fe”; En este caso fe en el procedimiento matemático.
Esto da lugar a contradicciones
evidentes. La teoría sobre la existencia (que no comportamiento) del Bosón de
Higgs se basa en una alta probabilidad de detección, lo que es inconsistente
(como acabamos de ver) con el propio método científico. Y es que cualquier
conjetura matemática tiene una probabilidad casi infinita de ser cierta, y no
por ello afirmamos que sea correcta.
8) La física jamás dará sentido a un
plano inmaterial de la realidad.
Toda ley física se fundamenta en un
patrón matemático de comportamiento. De hecho, jamás se ha podido demostrar que
un teorema matemático sea incompatible con algún suceso físico. Una ley física
no es más que un teorema matemático al que se añaden determinadas magnitudes
físicas (o a la inversa).
Lo único que ocurre es que, en
determinadas ocasiones (como sucede, por ejemplo con las dimensiones
matemáticas) no sabemos cómo hacerlo. Las teorías de cuerdas, nuevamente,
serían un buen ejemplo.
La teoría matemática da pleno sentido
a un plano inmaterial de la realidad. Un plano inmaterial sería, por ejemplo,
la consideración de cantidades negativas, un eje imaginario de coordenadas o la
consideración de los números complejos en su totalidad.
De hecho la introducción de estas
variables simplifica de forma mágica nuestras ecuaciones físicas. Hoy día, por
ejemplo, los números complejos son un requerimiento, casi una exigencia en
cualquier disciplina científica.
La física, concretamente, utiliza
estas variables imaginarias con extrema asiduidad pero continúa sin dar sentido
a un plano inmaterial que forme parte de nuestra propia existencia. Sin lugar a
dudas, esto constituye una contradicción en sus planteamientos.
9) La física se ha convertido en un
intento perdido de alcanzar cotas imaginarias
Hoy día la física se ha convertido en
un intento contra el tiempo de poder medir un plano de la realidad, que
acabamos de definir como inmaterial. Tenemos muchísimos ejemplos al respecto.
El Big-Bang, por ejemplo, es un
concepto no físico sino inmaterial, dado que es un punto inicial en el que el
espacio-tiempo no existía en realidad. Lo mismo pasa con un agujero negro, que
nunca podremos saber (por concepto) que hay más allá. Aunque cambiemos los
términos, la materia o la energía oscura también hacen referencia a este tipo
de realidad inmaterial. Las ondas gravitacionales no son más que una conjetura,
algo que no sabemos si existe físicamente en realidad.
Los reiterados intentos por superar
la velocidad de la luz, la necesidad de validar la constante cosmológica (que
situamos en una escala indetectable) serían más ejemplos. Y, lo cierto, es que
aún podríamos hacer referencia a muchos más. Todo, excepto admitir que hay algo
que escapa a nuestra comprensión y que se sitúa en el “más allá”
La física siempre te dirá: “Es
cuestión de tiempo que podamos detectarlo” Pero… hasta el momento lo único
cierto… ¿Cómo admitir algo contrario a nuestros principios?
10) El eterno problema de la “medida”
De entre todas las contradicciones a
que se enfrenta la física moderna, sin lugar a dudas, la irrelevancia de todas
sus unidades de medida (a nivel global) es fundamental. De hecho es un tema del
que los científicos no quieren ni oír hablar.
Las leyes de la relatividad son
contrarias a una realidad objetiva, la mecánica cuántica no se basa en ninguna
medida física y la inflación universal es contraria a cualquier escala humana.
Es fácil advertir esto. En cualquier
formulación física lo más irrelevante es la medida física que pongamos en ella,
dado que la formulación siempre se cumplirá. Lo verdaderamente relevante es el
patrón matemático.
Todas las leyes físicas son
relacionales lo que implica, en esencia, que son contrarias a una unidad
absoluta de medida. Incluso las leyes de la gravedad no escapan a esta premisa
y es que, cuando dos partículas están infinitamente cercas se genera una fuerza
infinita entre ellas. Y el infinito, de forma racional, no se puede considerar
una medida física, aunque pueda ser “real”.
11) La existencia de las “Constantes
universales”.
Todas las constantes que decimos que
son “físicas” y universales son a-dimensionales; Es decir, no tienen un valor
absoluto por sí mismas dado que, como las leyes físicas se basan en relaciones.
Su existencia nos dice algo muy profundo acerca del funcionamiento del Universo
y, en concreto, que todo lo que podemos decir de él, (o de su esencia) en el
fondo no depende de ninguna magnitud física.
Esto es evidentemente cierto cuando
consideramos la más importante de ellas: la “Constante de estructura fina”.
Dicha constante, que aglutina a las tres constantes más universales (la carga
del electrón, la constante de gravitación y la velocidad de la luz) no es más
que un simple número, sin más. La esencia última de la física, que recae en sus
constantes fundamentales, no es física en realidad.
La única constante que parece tener
un valor absoluto en el Universo es la “Velocidad de la Luz”. De hecho, es el
último “clavo ardiendo” al que pueden acogerse los físicos en su intento por
decir que hay algo objetivo y cierto. Pero afirmar que la velocidad de la luz
es una constante absoluta es una conjetura que no se ha podido demostrar.
Apelar a la ley de la relatividad especial tan sólo determina que dicha velocidad
es una expresión del movimiento del espacio-tiempo, cuya composición última o
fundamental aún no hemos podido determinar.
12) La confianza ciega en el método
matemático.
Nadie duda de la efectividad de las
matemáticas para describir la realidad y la consistencia de sus reglas lógicas.
Sin embargo, las matemáticas se enfrentan a un problema fundamental y es su
incapacidad para describir un Universo que no es estático, sino que se está
moviendo.
Es cierto que podemos aproximar el
movimiento como una sucesión matemática de infinitos términos, pero la
existencia de “cotas” matemáticas, desde el punto de vista de la lógica
tradicional, es profundamente irracional. ¿Qué significa, en realidad, que
podemos acotar el infinito?
Además, determinadas características
básicas del Universo, como pueden ser el entrelazamiento o la conexión
instantánea no pueden formalizarse bajo la forma de un teorema. En último
término, el fraccionamiento infinito en que podemos dividir el tiempo es un
concepto sin sentido matemático. En todo caso, metafísico.
13) Cuantificar vs divinidad.
La creencia matemática se extiende al
método físico y su obsesión por cuantificar la realidad. Cuando decimos que el
Universo tuvo un principio y un final aplicamos esta mentalidad de pretender
siempre un resultado determinado.
Sin embargo, esta visión entra en una
profunda contradicción con el eterno y universal principio de “Causa-Efecto”
que, básicamente implica un eterno o perpetuo cambio de estado. Como muchos
autores han indicado el Big-Bang puede no implicar un punto de inicio, sino
simplemente un cambio a otro estado. Lo que los científicos denominan “Colapso
de Onda” no es más que una forma de hablar para referirse a un estado puntual o
ideal.
La eternidad, como el infinito, no es
un concepto físico.
14) La creencia en el método
“científico” de “revisión por pares”.
Está quizás sea una de las creencias
más extendidas, la auto-veracidad que el propio método científico presenta. Sin
embargo, de la misma manera que el método científico genérico es un
contrasentido, su “herramienta” tampoco escapa a este principio.
La más bella, de entre las
principales conjeturas matemáticas, quizás sea la conjetura “P vs NP”. Esta
conjetura se basa en la idea de que siempre podemos expresar la complejidad
matemática de forma simplificada.
Si dicha conjetura fuera cierta
implicaría (una vez extendida al plano físico de la realidad) que cualquier
fenómeno físico se podría explicar de una forma simple y bella. Si fuera cierta
implicaría que es absurdo pensar que un problema sólo puede resuelto por un par
de comités de expertos. Más bien representaría que la complejidad no es más que
una expresión de nuestra ignorancia acerca de la verdad.
Puede que no sea cierta… siempre cabe
esa posibilidad; Sin embargo, nadie puede negar la absoluta simplicidad y
belleza que nuestras principales leyes físicas presentan, algo que difícilmente
se puede atribuir a la casualidad.
15) La existencia de conjeturas
matemáticas.
Utilizar el método matemático como
único criterio de veracidad es un argumento circular. De hecho, esto no es una
opinión más, sino que es el resultado de un teorema matemático. Como Gödel
demostró siempre habrá respuestas fuera del método matemático que puedan ser
ciertas y que no se puedan demostrar. Esto implica que matemáticamente sólo
será cierto todo aquello que no incumpla sus principios.
Pero, si queremos comprender el
Universo en su totalidad está claro que algo tenemos que cambiar…. O, en su
defecto, considerar que el método matemático (como la física) es tan sólo una
aproximación de la realidad.
La existencia de múltiples conjeturas
matemáticas pendientes de demostrar, algunas de ellas después de centenares o,
incluso, miles de años implica que hay algo que escapa a nuestra comprensión
matemática.
Incluso si consideramos que, desde la
invención de esta “ciencia”, jamás hemos podido encontrar una regla para saber
cómo se relacionan los propios números entre ellos (en términos técnicos,
“factorizar”) lo cierto es que da que pensar.
16) Una teoría física final es una
teoría independiente del fondo.
Como muchos autores consideran una
teoría unificada ha de ser una explicación independiente de cualquier criterio
humano. En esencia la idea es ésta: el universo funcionaba antes de nuestra
llegada y seguirá haciéndolo cuando nosotros nos marchemos.
En consecuencia y dado que si algo
distingue al Universo es su incesante movimiento, no sólo no existe una
realidad física objetiva, sino que lo único que existe es un patrón de
movimiento. Para entenderlo tan sólo hay que pensar que cuando miramos a una estrella
en el cielo, probablemente ésta no existe en realidad, sino que lo que vemos es
su reflejo de cómo fue hace miles o millones de años. De hecho, nosotros
mismos, somos viajeros del tiempo y, con nosotros, cada una de las partículas
de nuestro cuerpo.
17) Una teoría unificada implica un
universo no físico, sino virtual.
La existencia potencial de una teoría
unificada que de sentido de forma global al Universo implicaría que el Universo
no es físico, sino virtual.
Dado que todas nuestras leyes físicas
han sido susceptibles de ser condensadas en un patrón matemático de
funcionamiento, esto implica que (potencialmente) podríamos hacer lo mismo con
una teoría unificada. Aplicando las reglas algebraicas de Boole podríamos
traspasar dicha formulación al lenguaje binario y reproducirlas en un
ordenador. Si esto fuera posible implicaría que nuestro Universo seguiría las
mismas reglas que determinan una simulación virtual.
En consecuencia, una formulación
unificada implicaría que el Universo es… Una simulación de sí mismo. El
Universo entero tendría el mismo comportamiento que, por ejemplo, un “Cuanto de
Planck”, que es la unidad mínima en que podemos cuantificar el Universo. En
este escenario el universo sería… Un Holograma.
18) La Inteligencia artificial y la
Computación cuántica no existen en realidad.
Tenemos tendencia a pensar que
aquellos argumentos que se repiten sin cesar acaban siendo ciertos. Aquí
podemos incluir toda la teorización física a que hemos hecho referencia aunque,
sin duda, la inteligencia artificial y la computación cuántica ocupan un lugar
destacado en este ranking de conceptos imaginarios.
Por concepto, inteligencia artificial
implica desarrollar una inteligencia indistinguible de la nuestra. De la misma
manera, computación cuántica implica desarrollar una computación indistinguible
del funcionamiento del Universo.
Todo parece correcto si no fuera por
un par de pequeños detalles: ni sabemos cómo funciona nuestra inteligencia, ni
sabemos cómo funciona el Universo. Es más, ni siquiera sabemos si existe la
inteligencia cómo tal. De hecho este concepto es incompatible con el mundo
cuántico, que nos dice que todo se basa en la probabilidad.
19) Una teoría física no puede
explicar la inteligencia o la conciencia.
Todos somos conscientes de que existe
un plano de la realidad (sin importar cómo lo denominemos) que, aunque lo
intentemos, en realidad no se puede cuantificar. Este plano incluye conceptos
tan etéreos como la inteligencia, la conciencia, el alma, los recuerdos, las
ideas, los pensamientos o lo sueños.
Muchos científicos piensan que una
teoría unificada dará sentido a cualquier manifestación física que percibamos
de “puertas afuera” pero eluden hablar acerca de cómo dicha teoría podría
explicar todos estos conceptos. Habitualmente pensamos que somos independientes
del Universo, que sólo percibimos sus efectos; Pero… hoy día sabemos que esto
no es cierto. Queramos o no, somos un “subproducto” de la evolución del
Universo y, esto implica, que nos basamos en sus propios criterios de evolución
o crecimiento.
Pensar en la posibilidad de que
exista o no una teoría unificada capaz de explicar la realidad de forma global
(física e inmaterial) tan solo es consecuencia de nuestra vanidad humana. Hay
que insistir en esto: el Universo ya funcionaba antes de nuestra llegada,
nosotros no surgimos de la “nada”. Está claro que existe una especie de diseño
inteligente, aunque éste pueda basarse en el azar o… en infinitos términos. Si
matemáticamente es cierto (π, por ejemplo)…. ¿Por qué no iba a serlo en su
totalidad?
20) Método y ciencia son términos
incompatibles
De hecho, siempre lo han sido. Y es
que, ciertamente, olvidamos la historia con facilidad. Siempre que algo o
alguien han querido ser “juez” y “parte” ha acabado en desastre.
Artículo compartido por su autor:
Ricard Jiménez
Fuente: Preparandonos para el cambio
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