Algunas personas pueden decir que
tiene cierta facilidad para desprenderse de lo que siente que ya no es para sí,
sin embargo, muchas otras, suelen empecinarse en lo que ya ha dado muchas
demostraciones de que no será nunca lo que inicialmente se esperaba.
Está bien insistir, tratar de
recuperar algo que nos gustaría tener de vuelta o hacer un esfuerzo adicional
por obtener resultados diferentes, pero solo cuando lo hacemos por un periodo
de tiempo finito, acotado, que nos dé la posibilidad de actuar de acuerdo a lo
que consideramos conveniente, pero que no nos permita sumergirnos en un abismo
por tiempo indefinido.
Todos sabemos cuándo ya resulta
suficiente, cuándo deja de importar lo que hagamos en relación a una respuesta.
Pero aun así ese punto no coincide con el hecho de detenernos, con dejar de
insistir, con resguardar nuestra integridad, bienestar y especialmente
dignidad.
Nada que obtengamos a cambio de
nuestra dignidad puede resultar siendo gratificante. Si debemos insistir,
convencer o hacer mayores esfuerzos, es porque de manera natural las cosas no
fluyen y si en el peor escenario, debemos humillarnos, pues estando hechos
pedazos, no inspiraremos amor, sino lástima y en algunos casos un profundo
rechazo, combinado con rabia, con frustración y deseos cada vez más fuertes de
interponer distancia.
Sí, muchas veces sentiremos que lo
perdemos todo, que no nos gustaría estar sin alguien, que ese lugar era el
perfecto para nosotros, que nos equivocamos, que lo pudimos haber hecho mejor,
que teníamos todo lo que queríamos… Pero si no podemos recuperarlo, no podemos
darnos el lujo de perdernos a nosotros también. Aprendamos a tomar las
lecciones que nos ofrece la vida, sin que ésta sea que no debemos dejar una
parte de nosotros en el camino.
Es cierto que lo que llamamos “golpes
de la vida”, resultan dejándonos enseñanzas profundas y generalmente
cambiándonos para siempre, pero nosotros tenemos la decisión de sumergirnos en
el dolor o seguir adelante, tomando lo aprendido y con las ganas de poder
escribir una nueva historia.
Si nos encasillamos en una situación
que pertenece a nuestro pasado, no podremos ver las oportunidades que se nos
presenten, invertiremos nuestras energías en algo que de entrada ya sabemos en
qué resultará y sencillamente no avanzaremos. El tiempo es uno de nuestros
recursos más valiosos, no lo malgastemos, dejemos el ego a un lado y aceptemos
que no siempre obtendremos lo que nos gustaría.
Sara Espejo –
Fuente: Rincón del Tibet
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