Al
comienzo de tal inmovilidad la mente puede, incluso, revolverse con mayor
intensidad. No soporta la quietud ni el silencio y comienza a generar ruido.
Sin embargo, si no se alimenta tal hiperactividad concediéndole nuestra energía
a través de la atención muy pronto podremos observar como la mente termina
aburriéndose y aquietándose.
¿Qué ocurre cuando gracias a una suave perseverancia se continúa manteniendo el cuerpo en quietud?
Sólo cuando las agitadas
aguas del estanque se aquietan
es posible ver el reflejo
completo de la Luna sobre la superficie.
Fuente: Silencio Interior
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