El salmo 23 resuena en la habitación:
En la escueta habitación, compuesta solo por 1 cama, una
pequeña mesita, una cómoda, un armario empotrado, una silla y una mesa con una
tele; solo se puede ver a una anciana de pelo blanco; rostro surcado por
multitud de arrugas resaltadas por el dolor; su banca y demacrada faz, dejan
adivinar una fuerte personalidad; pese a estar cubierta con una blanca e
impoluta sábana, se adivina un cuerpo rechoncho y afable; unas manos enjutas,
contraídas y llenas de arrugas dejan adivinar que tal vez hace mucho tiempo que
está muy enferma y sufre.
Sin embargo su rostro resplandece al sonido de este Salmo.
Siempre que tengo un hueco en mi trabajo, me escapo a su
habitación, me siento a su lado y leo este texto, marcado casi a fuego en su
biblia; que desde que la conozco nunca se separo de ella; las páginas están
desgastadas e incluso está llena de anotaciones por todos lados.
María: ferviente creyente, fiel lectora de su biblia,
estricta con ella misma y con las demás; no creo que nunca se permitiera una
licencia, un capricho… nada que pudiese perturbar su fe.
Sin embargo en los últimos días de su vida está sola, no hay
nadie a su lado. ¿Tal vez su gran exigencia para con ella y con los demás, los
alejo?
Realmente no lo sé, no puedo imaginar que pasó; tampoco
quiero saberlo, solo siento que ella me necesita, que cuando estoy a su lado y
leo su pasaje favorito, su enjuto y anciano rostro, resplandece y parece el de
una muchacha joven e inocente, para la que el tiempo se detuvo, que aunque
apenas puede hablar, en ese momento saca fuerzas de no sé dónde y me sonríe
diciendo:
-“No pare, Rosita, no pare, pronto estaré con él”
Con sus manos junto a las mías se queda dormida, llena de
paz, por unos instantes parece que el dolor desaparece y la sonrisa ilumina su
rostro, que a mí me parece de un ángel en estos instantes.
Sé que esta paz y ausencia de dolor durará poco, sé que me
espera, sé que cuando pueda volveré a su lado y releeré su pasaje favorito:
El Señor es mi pastor, nada me faltará.
2 En lugares de verdes pastos me hace descansar; junto a
aguas de reposo me conduce.3 El restaura mi alma; me guía por senderos de
justicia, por amor de su nombre.
4 Aunque pase por el valle de sombra de muerte, no temeré
mal alguno, porque tú estás conmigo; tu vara y tu cayado me infunden aliento.
5 Tú preparas mesa delante de mí en presencia de mis
enemigos; has ungido mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando.6 Ciertamente
el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa
del Señor moraré por largos días.
Autora: Rosa Francés Cardona
La Verdad habita en nuestro corazon, sigamos caminando hasta sentirla, hasta ser concientes y vivir la Verdad. Asi viviremos el cielo en la tierra. Luz y Amor!!! Abrazos hermana del corazon !!
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