¿Quiénes somos realmente? ¿Por qué andamos tantas veces
mirándonos sin vernos, sin encontrarnos? En este texto de Sandra Mesa, una
expresa invitación a descubrir los verdaderos rasgos de nuestra esencia.
Máscaras. La mía. La tuya. Caminamos entre máscaras.
Hablamos con ellas, las contemplamos, las besamos. Nos acostumbramos. ¿ Nos
acostumbramos? Nos construimos una y ésa es la que mostramos. La moldeamos con
la mezcla exacta de aquello que permitimos sea visto y que los demás se
permiten ver de nosotros.
Pero a veces no alcanzan. Y tal vez en un instante fugaz de
clarividencia seamos capaces de adivinar cuánto más hay tras ellas. La máscara
sugiere, tal vez muestra. Pero también oculta. Vos ves la mía y creés en ella.
Pero mi máscara no cuenta de mis mariposas ni de mis monstruos. No sabe de mi
sangre alborotada que a veces se cree adolescente, ni de mi corazón inocente
que a veces se sorprende niña. No imagina el frío de mi piel clamando por tu
calor ni a mi alma afiebrada desesperada por paz. No puede ver las imágenes que
se inventan mis pupilas, ni cómo se mezclan mis sentidos en una imperfecta
sinestesia que transforma las palabras en sentimientos y las emociones en
historias.
Mi máscara no entendería que puedo sentir con mis vísceras. No
podría entenderlo. Por eso prefiere mostrar menos. Es más fácil, más seguro. Es
lo que se ve de mí. Pero no soy yo.
Si te animás, intuime. Saquémonos las máscaras. Juguemos
a desenmascarar nuestras esencias. Vayamos más allá de todo eso que vemos.
Encontrémonos.
Por Sandra Mesa
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