Observar sin reaccionar: he ahí el secreto. Durante el
tiempo que dure cada práctica meditativa permitiremos que salga a la superficie
del lago de nuestra consciencia todo lo que durante el transcurso de nuestra
existencia ha sido almacenado y archivado en nuestro subconsciente. Todo lo que
ha sido reprimido, todo lo que nos hace experimentar sufrimiento, deseo, miedo,
ira, placer, temor… etc. Vamos a dejar que todo esto, y mucho más, aflore a
nuestra consciencia. Pero, en esta ocasión, y durante el tiempo que dure la
práctica, no vamos a permitir que nos arrastre; tal y como en anteriores
ocasiones ha sucedido.
Aflorarán
sentimientos de autocomplacencia o autocompasión, o cualquier otro tipo de
emoción, que intentará arrastrarnos. Pero no, esta vez no. En esta ocasión sólo
vamos a tomar consciencia de eso que está ahí, sea lo que sea, y manteniendo la
concentración en la distante observación vamos a permitir que su fuerza se
diluya, y con ella el poder que pueda ejercer sobre nosotros. Así una y otra
vez. Veremos cómo en cada nueva ocasión su impulso estará más y más debilitado,
hasta que, finalmente, termine diluyéndose para siempre.
Podremos ver
de qué manera nuestra máquina luchará por continuar con los viejos hábitos y
patrones de comportamiento largamente adquiridos a través de toda nuestra
existencia. Pero, si somos capaces de observar sin reaccionar, la causa de
nuestro sufrimiento se va a ver diluida ante nuestra observación desapasionada,
erradicando así su atadura de nuestra vida. De este modo, pensamientos,
emociones, sensaciones, recuerdos, proyectos, etc. que antes tenían un inmenso
poder sobre nosotros quedarán neutralizados ante la luz de la consciencia,
recuperando nuestra genuina soberanía.
Así se obtiene
la fuerza de voluntad. Así se obtiene la consciencia de sí. Así se obtiene la
liberación de la persona. Nunca es la persona quien se libera, sino que eres tú
quien se libera de la persona al comprender el proceso y las causas que han
dado origen al nacimiento de ese amortiguador, denominado “personalidad”, cuya
misión es proteger tu esencia, tu alma.
Fuente: Silencio Interior
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