El milagro está inscrito en el nuevo amanecer. Las tonalidades inducen a creer una vez más, a agrandar las ilusiones y a coleccionar certezas. Ese despertar del horizonte es pasar del silencio profundo al latido intenso ante el prodigio de la vida, es contemplar el rostro de la esperanza, sentir la verdad revelada, erguirse y aliarse con el poder ante lo que parecía no tener fin para encontrar así la promesa en lectura del día que comienza.
Amanecer es maravillarse y dejar las
viejas arrugas para acariciar la tersura, la pulcritud y la pureza de lo que
ahora imprime su huella más allá de la derrota para entronizarse en el templo
de los pensamientos dignos y aguerridos. Es marcar el compás al ritmo de lo que
vibra en tonos de lo Divino para reconocernos como hijos del amor. Es susurrar
palabras dulces que despejan la niebla del rencor o la melancolía. Es también
escalar de nuevo la montaña y conquistar el reino de lo diáfano y seguro.
Asistir a ese amanecer es
confeccionar la libertad desde la convicción de que el sendero fue diseñado
para ser recorrido en compañía y para elevar los ojos al alma en señal de
renuncia a la esclavitud de las ideas excluyentes. Es retirar las máscaras para
expresar con claridad y sin tapujos los sueños que se hilvanan momento a momento
desde un corazón fecundo que se dispone a expresar lo que le dicta el Espíritu.
Es pasar de la quietud del invierno al canto de la primavera para que lo
ilimitado se manifieste en la esfera de lo extraordinario. Es trascender las
pequeñas realizaciones para encontrar el océano donde pulsan, con las olas,
todas las posibilidades.
El amanecer trae consigo la palabra
precisa para el pensamiento adecuado. Ordena y transmite la sabiduría de todos
los tiempos. Descubre riqueza en la generosidad y la cautela. Abre la puerta a
las buenas acciones y rastrea el calor que se asoma para contribuir a que
germinen las semillas sembradas en el terreno fértil de los más grandes
ideales. Premia el descanso y la pausa para invitar al trabajo honesto que
contribuya al sueño colectivo del que todos somos orfebres y que nos prepara
para que, a llegar el crepúsculo, nos acompañe la sensación del deber cumplido
convertido en alegría.
Que hoy podamos soltar las amarras
para lanzar los clamores en la dirección de los más nobles anhelos. Que podamos
forjar la belleza y la bondad amable y que la plegaria sea elevada para
expandir el verdadero Ser: aquel que reside en lo sublime y lo majestuoso y que
partió de la única Fuente…
Alejandro Posada Beuth
Fuente: Asociacion Internacional Sintergetica
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