Siento
un profundo respeto, que nace desde lo más recóndito de mi compasión, por
vosotros que continuáis la práctica de zazen en el estado de espíritu que voy a
describir: sin intentar obtener nada, sin ninguna meta; sin dejaros influir por
vuestra inteligencia personal; sin mostrar suficiencia por la experiencia que
habéis adquirido en el doyo.
Con
toda la energía de vuestro cuerpo y de vuestro espíritu, penetrad totalmente en
komyozo, sin daros vuelta hacia atrás para mirar el tiempo. No busquéis el satori.
No escuchéis los fenómenos ilusorios (mayoi):
No
detestéis los pensamientos que aparecen, tampoco los améis, y, sobre todo, no
los mantengáis. De todas maneras, sea lo que sea, debéis practicar la gran
postura sentada aquí y ahora. Si no mantenéis los pensamientos, éstos no
vendrán por sí mismos. Si os
abandonáis
a la espiración y dejáis que la inspiración venga en un armonioso ir y venir,
no hay más que un zafú bajo el cielo vacío, pesado como una llama. Si no
esperáis nada de lo que hacéis, si no consideráis cosa alguna, podéis cortar
con todo, solamente por zazen.
Aunque
los ochenta y cuatro mil bonno (deseos, ilusiones) vayan y vengan, si no les
dais importancia, si los abandonáis a sí mismos, en ese momento, de cada uno de
ellos, de uno tras otro y de todos juntos, podrá surgir el maravilloso misterio
del granero de la gran
sabiduría.No
existe solamente el komyo del momento de zazen. También está aquel que, paso a
paso, acto tras acto, os hacer ver progresivamente que cada fenómeno puede
realizarse inmediata, automática, independientemente de vuestra inteligencia
propia y de vuestros pensamientos personales. Tal es la verdadera y auténtica
certificación que existe sin molestar la manifestación de komyo.
Es
el poder espiritual del no actuar por la luz que se ilumina por sí misma. Este
komyo es originariamente no sustancia, no existencia. Por ello, aunque muchos
Budas lo realicen en este mundo, no son de este mundo. Y, estando en el
nirvana, no están en el nirvana.
En
el instante de vuestro nacimiento, komyo no existía. En el de vuestra muerte,
no desaparecerá.
Desde
el punto de vista de Buda, no aumenta. Desde el punto de vista de los sentidos,
no disminuye.
Así
como cuando tenéis ilusiones o dudas, no podéis hacer la pregunta correcta,
cuando tenéis el satori no podéis expresarlo. En ningún momento consideréis
nada con vuestra conciencia personal. Durante las veinticuatro horas del día,
tened la calma y la gran tranquilidad de los muertos. No penséis en nada por
vosotros mismos. Así, al practicar la espiración y la inspiración, vuestra
naturaleza profunda y vuestra naturaleza sensitiva, inconsciente y
naturalmente, serán no saber, no comprensión.
Entonces,
todo podrá volverse naturalmente calmo, esplendor de komyo, en la unidad del
espíritu y del cuerpo. Por eso, cuando lo llamamos, debería responder
rápidamente. Un solo y mismo komyo armoniza en un todo a la gente del satori y
la de las ilusiones.
Así,
aunque os pongáis en movimiento, este último no debería perturbaros. Y el
bosque, las flores, las briznas de hierba, los animales, los seres humanos,
todos los fenómenos (ya sean largos, cortos, cuadrados o redondos) podrán
realizarse inmediata, automática, independientemente de vuestra inteligencia
propia y de la acción personal de vuestro pensamiento.
No
estéis apegados ni a las ropas ni al alimento ni a la casa. No sucumbáis al
deseo sensual o al apego del amor que son prácticas animales.Inútil interrogar
a los demás sobre komyo, pues su komyo no tiene utilidad alguna para vosotros.
En
el origen, este samadhi es el santo doyo, el océano de todos los Budas. Es
entonces el más grande y el más santo de todos los asientos transmitidos
directamente de Buda en Buda a través de la santa práctica universal. Puesto
que ahora sois discípulos de Buda, debéis hacer zazen tranquilamente en su
asiento.
No
os sentéis en el zafú infernal, el zafú gaki, animal o asura, ni tampoco en el
de los shomon o de los engaku. Practicad solamente shikantaza. No perdáis el
tiempo. Es lo que se llama el auténtico espíritu del doyo, el verdadero komyo
samadhi, el maravilloso y espléndido satori.
Este
texto sólo debe ser leído por los verdaderos discípulos del Maestro Dogen,
aquellos que están autorizados a entrar en su habitación.
Lo
he escrito para mis compañeros de zazen, para que no haya puntos de vista
erróneos, para perfeccionarme a mí mismo y para educar a los demás.
Escrito
por Ejo, bajo el reinado del emperador Gouta. Con el más profundo respeto, en
el templo Eihei-ji el 28 de agosto de 1278.
Traducido
por Jose L. Hernandez
Fuente:
Osho ulaab
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