Estoy experimentando una práctica que
ha surgido, que viene con la pregunta: ¿y qué importa? O sea, qué importa lo
que pienso, lo que siento, lo que percibo…
No soy eso.
La práctica me vuelve a ese
observador donde puedo ver con neutralidad todo lo que ocurre, sin
involucrarme, sin apegarme, sin rechazarlo.
Esa parte de mí observa de igual
forma a un rosal, que a un niño que no ve, no oye y no se puede mover, gimiendo
en una silla de ruedas. O el dolor intenso en mi columna o a mi hijo diciéndome
que si no hago X me va a dar una patada y luego fundirnos en un abrazo, o el
gozo inmenso al unirnos mi pareja y yo en una relación íntima.
Entonces observo más allá de los
condicionamientos que me hacen ver las cosas de una forma o de otra. Y veo más
detalles, vienen nuevas ideas, surgen nuevas formas de relación. Y es muy fácil
ver y discernir todo lo que no soy.
Y no hay enganche con un pensamiento,
con un dolor, con la interpretación de una situación, con una persona. Fluye,
porque ¿qué me importa?… no soy eso.
Y luego surge algo… Expansión, plenitud, paz, agradecimiento.
Fuente: Yoga es Mas
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