El pensamiento de Sócrates,
probablemente uno de los más grandes intelectuales de la historia, marcó un
punto y aparte. A pesar de que le interesaron todas las disciplinas, centró
buena parte de su atención en el propio ser humano y se encargó de formar a un
nutrido grupo de discípulos que terminarían por convertirse, casi todos ellos,
en los mayores referentes filosóficos de su tiempo.
La máxima más famosa de Sócrates era
«conócete a ti mismo», y no es casual, pues para él el verdadero conocimiento
empezaba en uno mismo. Consideraba que, sin ese paso inicial, todo lo demás era
irrelevante, puesto que el conocerse íntimamente es el elemento principal para
alcanzar el fin buscado por su filosofía: la sabiduría, que no es otra cosa que
la suma de todas las demás virtudes juntas.
Empezar por uno mismo
Debemos saber quiénes somos para así
conocer los errores propios, y de este modo, poder conocer también los ajenos.
Una vez que alcancemos un conocimiento sólido y verdadero en torno a esa
cuestión, entonces podremos empezar a centrarnos en las demás y en ayudar a
nuestros congéneres, pero nunca antes, pues entonces nuestras enseñanzas serían
vanas e inútiles. Es por todo esto que Sócrates considera que este primer paso
—conocerse a uno mismo— es crucial.
El bien es, para Sócrates, una
consecuencia inevitable del conocimiento. Creía firmemente que si todo el mundo
«supiera», no existiría mal en el mundo. Todos queremos a fin de cuentas lo
mismo para nuestra vida: la felicidad. Pero para alcanzarla, hemos de saber qué
elecciones hacer, y para ello tenemos que saber qué es lo correcto y conocer
apropiadamente la realidad. El malvado, dice Sócrates, no es en realidad más
que un gran ignorante que toma caminos equivocados porque no sabe cuáles son
los adecuados para ser feliz. Por eso cae una y otra vez en el error de la
maldad. El malvado es aquel, por tanto, que no conoce la verdad, de manera que
la única forma que tenemos para acabar con el mal es enseñándole cuál es esa
verdad…, pero no podremos hacerlo si nosotros mismos la desconocemos. Es, por
tanto, casi una responsabilidad social el esforzarnos en profundizar y expandir
el conocimiento (enseñándoselo a otros), pues esa es la única manera de que la
sociedad sea cada vez mejor.
Para Sócrates, el mal es fruto de la
ignorancia, y el bien, una consecuencia inevitable del conocimiento
El gran maestro que «daba luz a las
ideas»
El papel de Sócrates en la historia
de la filosofía no tiene parangón, siendo uno de sus nombres más relevantes.
El papel de Sócrates en la historia
de la filosofía no tiene parangón, es uno de sus nombres más relevantes.
Sócrates creó uno de los mejores
métodos de estudio y enseñanza que se han dado en la historia, y la prueba de
ello es que continúa siendo usado en todo el mundo a pesar de los milenios
transcurridos. ¿Cuál es ese sistema? La mayéutica, el arte de «dar a luz las
ideas». Sócrates no daba largos discursos ni aburría a sus discípulos con sus
charlas, sino que les iba haciendo una sucesión de sutiles preguntas en función
de sus respuestas, y poco a poco, conseguía que su propio contertulio fuera
indagando más y más en la cuestión que estaban tratando, de manera que este,
por sí mismo, era capaz de llegar a una conclusión satisfactoria.
Espoleaba el pensamiento de sus
alumnos y tertulianos sacando de ellos mismos la esencia de cada concepto a
partir de las partes. De este modo, trataba de alcanzar verdades universales,
pues el principal valor de este método era la fiabilidad que ofrecía a la hora
de descartar ideas preconcebidas. Esto, unido a su excelencia y a su
perseverancia, terminaba logrando que fueran sus propios interlocutores los que
sentían el orgullo de haber encontrado una certeza. Y ahí está la magia de
Sócrates: no solo encontraba la verdad, sino que hacía que los demás la
encontraran por sí mismos y fomentaba que esta se extendiera entre los que
escuchaban, haciendo que ellos también quisieran alcanzar la sabiduría.
Todos podemos encontrar la verdad
Una de las ideas más importantes que
defendía Sócrates es esta: todos podemos encontrar la verdad. ¿Por qué? Porque esta
se halla en nuestro interior. Teoría que recuerda poderosamente a la de la
reminiscencia de Platón (para quien todo el conocimiento del mundo de las ideas
está dentro de nuestro cuerpo, en el alma), lo cual no nos extraña: a fin de
cuentas, casi todo lo que sabemos de Sócrates viene por los Diálogos de Platón,
donde Sócrates es el protagonista (la mejor muestra de su método, de hecho, la
encontramos en uno de los citados diálogos, Teeto).
Mientras que algunos sofistas y
filósofos de la época hablaban de un conocimiento relativo o se mostraban
escépticos en cuanto a nuestra capacidad, Sócrates pensaba que podíamos
alcanzar respuestas ciertas, especialmente en lo que a temas morales se
refiere. Por otro lado, no pensaba que esto fuera posible por nosotros mismos
de manera individual, sino que debía ser una labor colectiva, pues si cada uno
aportaba su visión, sus opiniones y sus conocimientos particulares, entre todos
podríamos alcanzar una tesis absoluta.
La magia de Sócrates está en que no
solo encontraba la verdad, sino que hacía que los demás la encontraran por sí
mismos y fomentaba que esta se extendiera entre los que escuchaban
Diálogo, no libros
Estas son las razones por las que
Sócrates, a diferencia de muchos otros filósofos de antes y después, no dejó
nada escrito. Mientras otros se centraban en la escritura para dar su versión o
transmitir su filosofía, Sócrates prefería usar el diálogo, porque de esta
manera varias personas eran capaces de conseguir una opinión consensuada a la
que llamar «verdad». Sócrates pensaba que dicha definición era sumamente
importante, de forma que podamos diferenciar los actos virtuosos de aquellos
que no lo son.
Según se traslada de la información
que nos han legado sus discípulos, nuestro protagonista era un hombre
absolutamente convencido de que era posible que nosotros, como seres humanos,
lográsemos alcanzar el verdadero conocimiento. Para él, todos tenemos el
potencial para lograr extraer las reglas generales que rigen la vida, de manera
que no tengamos que transitar por la existencia solo con meras conjeturas, sino
sobre cimientos firmes. Para conseguir esta seguridad del saber hemos de
profundizar en todas las cuestiones sobre lo que más tarde se conocería como
modelo inductivo, es decir, defendiendo que nuestra razón es capaz de extraer
reglas generales a partir de la observación de fenómenos particulares.
Sócrates no dejó nada escrito porque
su método requería la participación de varias personas que, dialogando,
alcanzaran una verdad indiscutible
Por todas estas razones, la figura de
Sócrates ha marcado un antes y un después en la historia de la filosofía. Su
método, su influencia, sus resultados y su labor para con el conocimiento
fueron en buena medida el motor de todos los que vinieron después de él. Su
papel como maestro fue superlativo, así como una referencia para todos sus
discípulos, que supieron a su vez transmitir esas enseñanzas y ese espíritu a
los estudiantes de sus diferentes doctrinas. Su papel fue tan notable que ha
terminado por convertirlo en uno de los más grandes nombres que han existido en
la filosofía, pues su trabajo terminó por darle forma, finalidad y objetivos
concretos.
Palabra de Sócrates
«Solo sé que no sé nada”
«El mayor de todos los misterios es
el hombre»
«El grado sumo del saber es
contemplar el porqué»
«Desciende a las profundidades de ti
mismo y logra ver tu alma buena»
«La felicidad la hace solamente uno
mismo con la buena conducta»
«Conócete a ti mismo»
«La verdadera sabiduría está en
reconocer la propia ignorancia»
«Solo hay un bien: el conocimiento.
Solo hay un mal: la ignorancia»
Jaume Fernandez . Blanco Inclan
Fuente: Filosofia & Co
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