Existe un virus mucho
peor que el CVD-19, y es el de la ignorancia. Se nace libre de él, pero poco a
poco el contagio, desde la infancia, se hace inevitable. Si hay una auténtica
defensa que nos pueda proteger es sin duda la consciencia de sí. Escribe Emilio
J. Gómez.
Padres, familiares,
amigos, etc. lanzan sus proyecciones inconscientes sobre cómo es el mundo, “su”
mundo. Y nosotros, indefensos por causa de la inocencia, ingerimos sus píldoras
bienintencionadas, adoptando como reales sus visiones personales siempre
cargadas, en la mayor parte de los casos, de miedos, frustraciones, deseos,
aversiones, resentimientos, fracasos, ambiciones, codicia, etc.
En Psicología se les
llama “introyectos” a tales píldoras que desde la infancia se nos hace tragar
desde la más rotunda ignorancia y que desde la inocencia aceptamos en la
ridícula confianza de que es lo mejor para nosotros.
Pero ¿lo es? Basta
mirarlo con un mínimo de distanciamiento, aquel mismo que produce la
consciencia testigo, para comprender lo absurdo de tales argumentos aceptados
sin ningún tipo de filtro. Ciertamente, educar es una labor extremadamente
difícil, primero ha de haberse sabido educar uno a sí mismo.
Atentos a nuestra
consciencia
Primavera del 2020.
¿Tiene todo lo que está pasando algún sentido? Desde luego que sí, pero desde
nuestra limitada perspectiva somos incapaces de poder verlo con un mínimo de la
claridad necesaria como para poder hablar y opinar sobre ello. Tendrá que pasar
bastante tiempo hasta que en verdad podamos comprender los acontecimientos
actuales con la objetividad suficiente como para tener un conocimiento real y
no sólo una opinión superficial; si es que en algún momento nuestro interés nos
llevara a ello.
Desde luego que esto
también pasará. Mientras tanto, permanezcamos atentos a nuestra sensación de
ser, de existir, es decir: atentos a nuestra consciencia. Si hay una auténtica
defensa que nos pueda proteger es sin duda la consciencia de sí. Mantenernos
conscientes es tener la posibilidad de no dejarnos arrastrar por el remolino de
pánico que nos ha engullido. Mantenernos en la consciencia es tener la puerta
abierta a la comprensión, de ahí la importancia, ahora y siempre, de la
práctica de la meditación.
A través de la
meditación se despierta la consciencia. Ser y estar consciente es el mayor
antídoto contra el veneno de la ignorancia que tanto sufrimiento innecesario
genera. Desde luego, no interesa que el ser humano despierte al potencial de
creatividad y libertad verdadera que conlleva la consciencia, pero ¿a quién no
le interesa y por qué?
Tales cuestiones han de
ser resueltas de manera individual. No es posible su resolución por medio de
terceras personas. Si lo fuera, estaríamos lanzando nuevas proyecciones que, en
caso de ser ingeridas, daría lugar a nuevos introyectos. Y no es eso lo que
queremos. Queremos el despertar de la consciencia que concede la libertad y la
liberación a través del autodescubrimiento de nuestra auténtica y común
naturaleza.
Un mundo de paz, amor y
armonía aguarda detrás de semejante descubrimiento. Ello es posible. No se
trata de ninguna utopía. Sin embargo, semejante hallazgo es siempre individual,
nadie puede entregarlo, aunque sí se pueda indicar el camino que lleva a
descubrirlo.
Miguel Gomez
Fuente: Yoga en Red
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