“Yo creo que la utilización de la
medicina energética será uno de los acontecimientos más importantes del próximo
siglo. Es la más sutil, menos comprendida y menos medible forma de energía
curativa la que revolucionará la medicina del futuro”.
Dr. Andrew Weil, director del Programa de Medicina
Integrativa y profesor de Medicina Interna de la Universidad de Arizona en
Estados Unidos.
La Sintergética concibe
la salud como integridad, y sus métodos buscan el restablecimiento de las
interconexiones armónicas de todos los componentes de los sistemas orgánicos.
Su visión de síntesis
conduce al empleo sinérgico de patrones de información que entran en resonancia
con la energía propia de tejidos y moléculas. Se modulan de esta forma sus
interacciones para buscar el equilibrio armónico de cada parte con el sistema
global del organismo.
MAS ALLÁ DE LA MAGIA
¿Qué diferencia hay
entre las manos del ser humano, que nos precedió hace unas decenas de miles de
años, y el ser humano actual, capaz de generar las obras maestras de un Miguel
Ángel, un Beethoven, un Picasso o un Rafael?
¿Qué fuerza misteriosa
se proyecta en el masaje, en la caricia, en la creación del artista, en la
bendición o en la sanación?
¿Qué secreta magia
tienen en las manos esos agricultores de la mano verde?
¿Qué puede ser ese no
se qué que buscan todas las señoras cuando entre muchas otras escogen una
peluquera?
¿Qué hay en el tacto,
en el contacto o en la caricia que puede encender el fuego interno del amor?
¿Qué tienen, más allá
de su técnica, las manos del habilidoso cirujano al que poco o nada se le
complican sus cirugías?
¿Y qué sucede cuando la
intención y el corazón mueven las manos a distancia para que la gente sane?
Cada vez es más
evidente que estas manifestaciones de origen desconocido no son ni milagros ni
pseudociencia. Es una evidencia para la ciencia de hoy que existen
transferencias de energía entre los seres humanos. Una persona puede
afectar positiva o negativamente la fisiología de otra. En el Laboratorio
de Sistemas de Energía Humana de la Universidad de Arizona, sus directores Gary
Schwatz y Linda Russek descubrieron que un cuerpo eléctricamente cargado en
movimiento, como el organismo humano, induce una fuerza electromagnética que
puede ser medida en una persona situada a unos pasos de distancia. En el mismo
laboratorio estos autores pudieron constatar que los impulsos eléctricos de una
persona pueden ser registrados en el cerebro de otra persona si entre las dos
hay afecto mutuo.
En múltiples mediciones
otros investigadores han podido constatar que el electrocardiograma y el
electroencefalograma de terapeutas entrenados tienden a sincronizarse con el de
sus pacientes. Estas transferencias energéticas pueden ser el sustrato portador
para la información terapéutica.
Una de las terapias
manuales más conocidas e investigadas al día de hoy en Occidente es la
del Toque Terapéutico propuesta por Dolores Krieger, una
profesora de la Universidad de Nueva York. Krieger se inspiró inicialmente en
las investigaciones científicas del Dr. Bernard Grad, químico canadiense
profesor de la Universidad McGraw Hill. Para evitar el efecto placebo, Grad
investigó el efecto que las manos de un reconocido sanador, el húngaro Oskar Estebany,
tenía sobre semillas, plantas y animales. Dolores Kriger pudo comprobar que los
efectos logrados por Estebany, el sanador que tanto ella como Bernard Grad
habían estudiado, podían ser obtenidos por enfermeras adecuadamente preparadas
para ello.
El toque terapéutico sin contacto se enseña hoy en unos 80 colegios y
universidades americanas.
La investigación
científica y la difusión de esta terapia energética han contado con
financiación privada y pública. Esta última incluye una ayuda de 200.000 dólares
concedida por el Department of
Health and Human Services al D’Youville Nursing Center en Búfalo (Nueva York) para
entrenar a estudiantes en esta técnica. El Departamento de Defensa ha dado una
financiación de 365.000 dólares a un equipo de la Universidad de Alabama para
estudiar los efectos del toque terapéutico en pacientes con quemaduras. Estas
son sólo unas de las múltiples investigaciones en curso sobre las terapias
energéticas.
EL LENGUAJE DE LAS MANOS
Además de la inducción
de energías electromagnéticas medibles en el cuerpo de los pacientes, las
posturas de las manos o mudras representan un instrumento de comunicación
primigenio, una especie de lenguaje arquetípico. Es un código de comunicación
empleado en la práctica de las terapias manuales.
Al utilizar las manos,
se activan varias zonas del cerebro: al pintar, escribir o masajear se
establece un patrón de conectividad del campo neuronal que es específico para
cada función. Cuando, empleando las manos, acogemos, bendecimos o señalamos,
generamos un patrón específico de conexiones neuronales que crean un campo de
emisión particular. Cuando abrazamos, no sólo empleamos los brazos y
las manos, sino la totalidad del campo energético corporal, cuya energía es
portadora de pensamientos, intenciones y sentimientos.
Las manos integran y
proyectan el cuarto y el quinto centro de energía, es decir el plexo cardíaco y
tiroideo, que representan en la tradición hindú las corrientes de la
inteligencia y el amor. Las manos se conectan al corazón a través de la
circulación del tronco braquiocefálico. Forman una red neural con el cuello y
la médula cervical a través de la inervación del plexo braquial. El lenguaje
verbal y el de las manos están íntimamente integrados en el cerebro, pues las
cortezas motoras de la mano y de la palabra se activan sincrónica y
recíprocamente.
Las manos que fueron
patas, garras, instrumentos mixtos de soporte y de prensión nos han permitido
sostenernos, aferrarnos, manipular herramientas, crear y liberarnos. Ese
proceso progresivo de humanización culmina en los movimientos de oposición del
pulgar y la posibilidad de la pinza, que han acompañado la liberación del
potencial humano expresado en el desarrollo del lenguaje. El empleo de
las manos simboliza ese salto cuántico que acelera todo el proceso evolutivo.
Descubrimos por primera vez el fuego, hurgamos las semillas y liberamos los
ácidos grasos esenciales necesarios a la expansión del cerebro. Modelamos la
piedra que fue tallando nuestras manos. Nos inventamos la vida sedentaria, la agricultura.
Sembramos, nos sembramos. Nos cultivamos.
La evolución de las
manos ha sido parte de ese proceso progresivo de liberación que constituye la
quintaesencia de nuestra humanización. De la mano de las manos nos humanizamos.
Nos liberamos. Y la máxima expresión de la libertad es la creatividad, que hace
de cada ser humano un artista y un creador.
DESCUBRIR EL FUEGO POR SEGUNDA VEZ
En la medida en que
fuimos ascendiendo en la postura vertical, que desafió la gravedad, el
movimiento de las manos se fue liberando, hasta convertirse en el embrión del
lenguaje humano. El área motora del lenguaje y la del movimiento de las manos
no solo son vecinas sino que están íntimamente conectadas en nuestro cerebro.
Con nuestras manos
podemos recorrer todos los espacios conquistados en el ascenso, conectando el
mundo de abajo, el mundo de arriba, el mundo externo y el mundo interno. Y
cuando experimentamos un sentimiento genuino de amor incondicional todos esos
mundos se unifican en nuestro propio centro. Es como si en la misteriosa
singularidad del corazón pudiéramos acceder al potencial del universo. Cuando
las manos se conectan al amor y la inteligencia, surge esa prodigiosa unión que
se da en el acto creador. Es el secreto del empleo de las manos para curar, un
acto creador por excelencia.
¿Qué ocurre cuando un
terapeuta entrenado emplea sus manos, aún sin contacto, con la intención de
sanar? Se pueden inducir descargas de potencial cuya intensidad es centenares
de miles de veces mayor a la de los potenciales biológicos conocidos. Estos
potenciales fueron descritos por Elmer Green en un experimento cuidadosamente
diseñado: “The copper wall Project”. En la práctica de toque terapéutico sin
contacto se han podido demostrar descargas momentáneas de 300 voltios, a pesar
de que los potenciales biológicos normales son del orden de los milivoltios.
Según lo descrito por
diversos investigadores, a través de las manos, los terapeutas entrenados
pueden acelerar la cicatrización de heridas, activar el crecimiento de cultivos
celulares, disminuir el tiempo del despertar de animales sometidos a la
anestesia. El potencial de las manos ha sido demostrado en el instituto Heart
Math, pionero en la emergente disciplina de la neurocardiología. Sus
investigaciones nos muestran que, cuando alcanzamos un elevado grado de
coherencia cardíaca como sucede al experimentar un sentimiento de amor
incondicional, se ordenan los ritmos de nuestra biología y nuestras manos
producen un campo ordenante capaz de repolimerizar el ADN despolimerizado en un
tubo de ensayo. Y no podemos menos que preguntarnos, ¿si eso ocurre in vitro,
qué no puede pasar in vivo? Como diría hoy Teilhard de Chardín
habríamos descubierto el poder creativo del fuego del amor.
La experiencia de
centenares de voluntarios que sirven en hospitales y cárceles, en guarderías y
geriátricos demuestra, más allá de toda duda, el enorme potencial terapéutico
que el servicio —el amor en movimiento— puede desplegar a través de nuestras
manos.
Jorge Carvajal Posada
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