EL DON
DE VIVIR SIN
MIEDO
Solo estaremos en paz
cuando el miedo concluya.
Si tienes a un ser
querido que esté enfrentándose a la posibilidad de morir, conocerás bien el
miedo que acompaña a esa situación. El mejor modo de ayudar a alguien así es
que aprenda a cultivar la ausencia de miedo, fundamento de la verdadera
felicidad. Ese no miedo es el mejor de los regalos que puedes ofrecer a
alguien. Si en esos momentos difíciles puedes sentarte y acompañar a tu amigo,
le ayudarás a morir tranquilamente y sin miedo. La ausencia de miedo es el
fundamento de la enseñanza budista.
La práctica de la
meditación nos ayuda a generar la energía de la plena consciencia y de la
concentración. Esta energía nos permite darnos cuenta de que, en realidad, nada
nace y nada muere, lo que contribuye a eliminar el miedo a la muerte. Y es que,
cuando entendemos que no podemos ser destruidos, nos liberamos del miedo. Esta
es una gran liberación. La ausencia de miedo es la alegría última.
Si tenemos miedo, no
podremos ser completamente felices. Y como el miedo va unido al deseo, el hecho
de que corramos en pos de algún objeto de deseo es una evidencia de que todavía
tenemos miedo. Queremos estar seguros y ser felices, de modo que empezamos a
desear a la persona, el objeto o la idea (como, por ejemplo, la riqueza o la
fama) que creemos que nos garantizará el bienestar. Pero como nunca podemos
satisfacer completamente nuestros deseos, seguimos asustados y huyendo. Cuando
nuestro miedo desaparezca, dejaremos de correr en pos del objeto de nuestro
deseo (independientemente de que se trate de una persona, de una cosa o de una
idea). Solo estaremos en paz cuando el miedo concluya. Y cuando la paz impregna
nuestro cuerpo y nuestra mente, no solo dejaremos de estar acosados por las
preocupaciones, sino que, de hecho, tendremos menos accidentes. Entonces
seremos libres.
La capacidad de
encarnar el desapego y la ausencia de miedo es un regalo mucho más precioso que
el dinero o las riquezas materiales. El miedo estropea nuestra vida y nos hace
miserables. Nos identificamos con objetos y personas como el náufrago se aferra
a cualquier objeto flotante. Ejercitando el desapego y compartiendo esta
sabiduría con los demás, estamos regalando también la ausencia de temor. Todo es
provisional. Este momento pasa y también lo hará el objeto de nuestro deseo,
pero siempre podemos acceder a la felicidad.
Extracto de : La
Ausencia de los Venenos del Miedo
Thich Nhat Hanh
Fuente: La Iluminacion
Espiritual
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