UN CURSO DE MILAGROS
LECCIÓN 301
Y DIOS MISMO ENJUGARA TODAS LAS LAGRIMAS
Padre a menos que juzgue no puedo sollozar.
Tampoco puedo experimentar dolor o sentirme abandonado o creer que no se me necesita en este mundo. Éste es mi hogar porque no lo juzgo, y, por lo tanto, es únicamente lo que Tú quieres que sea.
Hoy lo quiero contemplar sin condenarlo, a través de ojos felices que el perdón haya liberado de toda distorsión. Hoy quiero ver Tu mundo en lugar del Mío. Y me olvidaré de todas las lágrimas que he derramado, pues su fuente ha desaparecido.
Padre, hoy no juzgaré Tu mundo.
El mundo de Dios es un mundo feliz.
El mundo de Dios es un mundo feliz.
Los que lo contemplan pueden tan sólo sumar a él su propia dicha y bendecirlo por ser causa de una mayor dicha para ellos. Llorábamos porque no entendíamos. Pero hemos aprendido que el mundo que veíamos era falso, y hoy vamos a contemplar el de Dios.
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