PERDIDA DE LA CONSCIENCIA
La educación que tenemos roba a los
jóvenes la conciencia, el tiempo y la vida.
Cuando
uno escucha a este psiquiatra chileno de 75 años,
da la sensación de estar frente al Jean-Jacques Rousseau de nuestro tiempo.
Cuenta
que estaba bastante dormido hasta que en los años 60 se fue a vivir a EE.UU.,
allí fue discípulo de Fritz Perls, uno de los grandes terapeutas del siglo XX y
formó parte del equipo del Instituto Esalen en California. Allí tuvo grandes
experiencias en el mundo terapéutico y en el mundo espiritual. Contactó con el
sufismo y se convirtió en uno de los introductores de Eneagrama en occidente.
También bebió del budismo tibetano y el zen.
Claudio
Naranjo ha dedicado su vida a la investigación y a la docencia en Universidades
como Hardvard y Berkeley. Ha fundado el programa SAT, una integración de la
terapia Gestalt, el Eneagrama y la Meditación para enriquecer la formación de
profesores. En este momento está lanzando un aviso muy contundente: o cambiamos
la educación o este mundo se va a pique.
- Dices
que para cambiar el mundo hay que cambiar la educación ¿cuál es la
problemática de la educación y cuál es tu propuesta?
- La
problemática en la educación no es de ninguna manera la que a los
educadores les parece que es. Creen que los estudiantes ya no quieren lo
que se les ofrece. A la gente se le quiere forzar a una educación
irrelevante y se defiende con trastornos de la atención, con
desmotivación. Yo pienso que la educación no está al servicio de la
evolución humana sino de la producción o más bien de la socialización.
Esta educación sirve para domesticar a la gente de generación en
generación para que sigan siendo unos corderitos manipulables por los
medios de comunicación. Esto es socialmente un gran daño. Se quiere usar
la educación como una manera de meter en la cabeza de la gente una manera
de ver las cosas que le conviene al sistema, a la burocracia. Nuestra
mayor necesidad es la de una educación para evolucionar, para que la gente
sea lo que podría ser.
La
crisis de la educación no es una crisis más entre las muchas crisis que
tenemos, sino que la educación está en el centro del problema. El mundo está en
una crisis profunda porque no tenemos una educación para la conciencia. Tenemos
una educación que en cierto modo le está robando a la gente su conciencia, su
tiempo y su vida.
El modelo de desarrollo económico de hoy
ha eclipsado el desarrollo de la persona.
- ¿Cómo
sería una educación para que seamos seres completos?
- La
educación enseña a la gente a pasar exámenes, no a pensar por si misma. En
un examen no se mide la comprensión, se mide la capacidad de repetir. ¡Es
ridículo, se pierde una cantidad tan grande de energía! En lugar de una
educación para la información, se necesitaría una educación que se ocupe
del aspecto emocional y una educación de la mente profunda. A mi me parece
que estamos presos entre una alternativa idiota, que es la educación laica
y una educación autoritaria que es la educación religiosa tradicional.
Está bien separar Estado e Iglesia pero, por ejemplo en España, han echado
por la borda el espíritu como si religión y espíritu fueran la misma cosa.
Necesitamos que la educación atienda también a la mente profunda.
- ¿Cuándo
hablas de espiritualidad y de mente profunda a qué te refieres
exactamente?
- Tiene
que ver con la conciencia misma. Tiene que ver con aquella parte de la
mente de la que depende el sentido de la vida. Se está educando a la gente
sin ese sentido. Tampoco es la educación de valores porque la educación de
valores es demasiado retórica e intelectual. Los valores deberían ser
cultivados a través de un proceso de transformación de la persona y esta
transformación está muy lejos de la educación actual.
La
educación también tiene que incluir un aspecto terapéutico. Desarrollarse como
persona no se puede separar del crecimiento emocional. Los jóvenes están muy
dañados afectiva y emocionalmente por el hecho de que el mercado laboral se
traga a los padres y ya no tienen disponibilidad para los hijos. Hay mucha
carencia amorosa y muchos desequilibrios en los niños. No puede aprender
intelectualmente una persona que está dañada emocionalmente.
Lo
terapéutico tiene mucho que ver con devolverle a la persona la libertad, la
espontaneidad y la capacidad de conocer sus propios deseos. El mundo civilizado
es un mundo domesticado y la enseñanza y la crianza son instrumentos de esa
domesticación. Tenemos una civilización enferma, los artistas se dieron cuenta
hace mucho tiempo y ahora cada vez más los pensadores.
- A
la educación parece solo interesarle desarrollar la parte racional de la
gente ¿Qué otras cosas podrían desarrollarse?
- Yo
pongo énfasis en que somos seres con tres cerebros: tenemos cabeza
(cerebro intelectual), corazón (cerebro emocional) y tripas (cerebro
visceral o instintivo). La civilización está íntimamente ligada por la
toma de poder por el cerebro racional. Con el momento en que los hombres
predominaron en el dominio político, unos 6000 años atrás, se instaura
esto que llamamos civilización. Y no es solamente el dominio masculino ni
el dominio de la razón sino también de la razón instrumental y práctica,
que se asocia con la tecnología; es este predominio de la razón
instrumental sobre el afecto y sobre la sabiduría instintiva lo que nos tiene
tan empobrecidos. La plenitud la puede vivir sólo una persona que tiene
sus tres cerebros en orden y coordinados. Desde mi punto de vista
necesitamos una educación para seres tri-cerebrados. Una educación que se
podría llamar holística o integral. Si vamos a educar a toda la persona,
hemos de tener en cuenta que la persona no es solo razón.
Al
sistema le conviene que uno no esté tanto en contacto consigo mismo ni que
piense por sí mismo. Por mucho que se levante la bandera de la democracia, se
le tiene mucho miedo a que la gente tenga voz y tenga conciencia.
La clase política no está dispuesta a
apostar por la educación.
- La
educación nos sumerge en un mar de conceptos que nos separan de la
realidad y nos aprisiona en nuestra propia mente ¿Cómo se puede salir de
esa prisión?
- Es
una gran pregunta y es una pregunta necesaria en el mundo educacional. La
idea de que lo conceptual sea una prisión requiere una cierta experiencia
de que la vida es más que eso. Para uno que ya tiene el interés en salir
de la prisión de lo intelectual, es muy importante la disciplina de
detener la mente, la disciplina del silencio, como se practica en todas
las tradiciones espirituales: cristianismo, budismo, yoga, chamanismo…
Parar los diálogos internos en todas las tradiciones de desarrollo humano
ha sido visto como algo muy importante. La persona necesita alimentarse de
otra cosa que conceptos. La educación quiere encerrar a la persona en un
lugar donde se la somete a una educación conceptual forzada, como si no
hubiera otra cosa en la vida. Es muy importante, por ejemplo, la belleza.
La capacidad de reverencia, de asombro, de veneración, de devoción. No
tiene que ver necesariamente con una religión o con un sistema de
creencias. Es una parte importante de la vida interior que se está
perdiendo de la misma manera en que se están perdiendo los espacios bellos
de la superficie de la Tierra, a medida que se construye y se urbaniza.
- Precisamente
quería preguntarte tu opinión sobre la crisis ecológica que vivimos.
- Es
una crisis muy evidente, es la amenaza más tangible de todas. Se puede
prever fácilmente que con el calentamiento de la Tierra, con el
envenenamiento de los océanos y otros desastres que están pasando, no
vamos a poder sobrevivir tantas personas como las que somos ahora.
Estamos
viviendo gracias al petróleo y consumimos más recursos de los que la tierra
produce. Es una cuenta atrás. Cuando se nos acabe el combustible será un
desastre para el mundo tecnológico que tenemos.
La
gente a la que llamamos más primitiva como los indígenas tienen una forma de
tratar a la naturaleza que no viene del sentido utilitario. En la ecología como
en la economía y otras cosas, hemos querido prescindir de la conciencia y
funcionar sólo con argumentos racionales y eso nos está llevando al desastre. La
crisis ecológica sólo puede pararse con un cambio de corazón, verdadera
transformación, que sólo la puede dar un proceso educativo. Por eso no tengo
mucha fe ni en las terapias ni en las religiones.
Solo una educación holística podría
prevenir el deterioro de la mente y del planeta.
- ¿Podríamos
decir que has encontrado un equilibrio en tu vida a esas alturas?
- Yo
diría que cada vez más, aunque no he terminado el viaje. Soy una persona
que tiene mucha satisfacción, la satisfacción de estar ayudando al mundo
en el que estoy. Vivo feliz, si se puede ser feliz en esa situación
trágica en la que estamos todos.
- Desde
tu experiencia, tu trayectoria y tu madurez, ¿cómo procesas el hecho de la
muerte?
- En
todas las tradiciones espirituales se aconseja vivir con la muerte al
lado. Hay que hacerse a esa evidencia de que somos mortales y creo que el
que toma la muerte en serio no será tan vano. No tienes tanto miedo a
cosas pequeñas cuando hay una cosa grande de la cual preocuparte más. Yo
creo que la muerte sólo puede superarla uno que en cierto modo muere antes
de morir. Uno tiene que morir a la parte mortal, a la parte
intrascendente. Los que tienen suficiente tiempo y vocación y que llegan
suficientemente lejos en este viaje interior se encuentran tarde o
temprano con su verdadero ser. Y ese ser interior o ese ser lo que uno es,
es algo que no tiene tiempo y que le da a una persona una cierta paz o un
sentido de invulnerabilidad. Estamos muy absortos en nuestra vida
cotidiana, en nuestros pensamientos de alegría, tristeza, etc… No estamos
en nosotros, no estamos atentos a quien somos. Para eso necesitamos estar
muy en sintonía a nuestra experiencia del momento. Esta es la condición
humana, estamos viviendo hacia el pasado y el futuro, el aspecto
horizontal de nuestra vida. Pero poco atentos a la dimensión vertical de
nuestra vida, el aspecto más alto y más profundo, eso es el espíritu y es
nuestro ser y la llave para acceder es el aquí y ahora.
A
veces vamos en busca del ser y a veces nos confundimos en la búsqueda
de otras cosas menos importantes como la gloria.
Claudio
Naranjo
Fuente:
La Iluminacion Espiritual
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