SENTIRSE
INCOMPRENDIDO
Aunque
nadie puede comprender a otro ser en todas sus dimensiones, muchas veces hay
quienes creen que solo siendo comprendidos por un otro son realmente amados.
¿Cómo reconocer que el amor también abarca otras formas de ver y de ser vistos?
Dijo
Carl Jung: “Lo peor que le puede ocurrir
a cualquiera es que se lo comprenda por completo”. ¡Qué maravilla este concepto
y qué equivocados estamos cuando creemos que para ser amados es indispensable
ser comprendidos. Puede que alguien nos ame aunque no nos comprenda. De hecho,
si miramos nuestro pasado, posiblemente observemos que nosotros mismos no nos
comprendíamos.
¿Estaremos
comprendiendo quiénes somos ahora, por completo, o en el futuro descubriremos
que aún no del todo? A juzgar por el paso del tiempo, tengo la certeza de que
ciertas cosas que suceden me indican que todavía no me comprendí en
determinados aspectos de quién y cómo soy. Pero eso no me angustia: me invita a
seguir explorando, con el mismo sentir de ese otro genio, David Thoreau: “Mi
vida es un experimento que jamás deja de tener interés para mí”. Aunque a veces
sufra, rechace o sea rechazada. Aunque a veces crea tener todo claro… ¡hasta
que viene la vida y con un gesto casi de maga me quita la alfombra de bajo mis
pies y me caigo de bruces!
Me
gusta comprender la palabra “comprender” con esta analogía; tomo cualquier
manzana de Buenos Aires y digo: “Tal casa está en la manzana comprendida entre
las calles Salguero, Honduras, El Salvador y Medrano”. Como vemos, “comprender”
es también abarcar. La Real Academia Española lo define así: “capturar
completamente lo que sucede o lo que se ha dicho”. Si tomo en cuenta esto,
¿quién puede “capturar completamente” todo lo que yo soy? ¿Quién puede
abarcarme por entero?
«Lo
peor que le puede ocurrir a cualquiera es que se lo comprenda por completo”,
Carl Jung.
Sin
embargo, aspirar a ser comprendidas implica para algunas personas una atroz
desesperación, como la de alguien mudo queriendo avisar que han puesto una bomba
en el cuarto piso. La educación que todos recibimos nos formatea para entender
(a qué temperatura se congela el agua, por qué tal batalla en tal país, cómo
funciona el sistema digestivo…). Y entender es, sin duda, una herramienta
indispensable (imaginemos que fuese un tenedor), ¡pero no es lo mismo que
comprender! De hecho, son dos regiones del cerebro diferentes las que se
activan para uno u otro proceso: el hemisferio izquierdo es el que puede
entender (capacidad en la que media el razonar); en cambio, el comprender
requiere que encendamos el hemisferio cerebral derecho (capaz de captar
honduras sensibles). A veces el comprender es tan grande que hasta enciende el
hemisferio izquierdo y podemos aunarle pensamiento. Otras, la comprensión es
sin palabras. Allí podemos darnos cuenta de que si quisiéramos entender, sería
como pretender, con ese tenedor del entendimiento… ¡tomar un caldo! Es,
simplemente, una herramienta equivocada.
No
todo en esta vida está para ser entendido, y que no seas comprendido por muchos
solo evidencia que no pueden abarcarte. Estoy segura de que muchos se quedan
escrutando tu insondable interior maravillados ante una lluvia de estrellas.
Descansá, no sufras en vano: con la mirada en alto, podés hacer de tu vida algo
bello.
Virginia
Gawel
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