Todos tenemos dentro de
nosotros mismos el don de la curación, aunque muchas veces no lo percibimos.
La curación está más
allá del dominio físico o al menos no es algo que constantemente hagamos
consciente, por ejemplo, cuando nos sentimos tristes y derramamos lágrimas,
nuestros cuerpos están trabajando para tranquilizarnos sin habérselos pedido.
Somos unas increíbles piezas de arte. En este preciso momento, mientras lees
este texto, hay miles de procesos que están ocurriendo en tu interior, para
permitirte seguir «funcionando» en forma plena.
No es sencillo hacer
que esta máquina eficiente e inteligente funcione de forma perfecta, por eso es
ideal que hagamos nuestra parte a través de llevar una alimentación sana,
ejercicios físicos, sueño adecuado, cuidado y protección corporal.
También es fundamental
nutrir nuestro lado espiritual. No sirve de mucho tener la mejor alimentación
del mundo y caminar todos los días, si no mantenemos una espiritualidad
equilibrada.
Nuestra energía
espiritual es aquello que nos proporciona nuestro aura y el brillo que emana de
dentro hacia afuera. Esta energía es muy importante para nuestra salud
emocional, por lo tanto necesita ser cuidada y nutrida, tanto como nuestros
cuerpos físicos.
Desafortunadamente, a
menudo, la energía espiritual es ignorada o tratada con descuido.
Cuando sentimos
patrones incoherentes en nuestras vidas, como: agotamiento a pesar de sueño
adecuado, dificultad para mantenernos positivos incluso en medio de una racha
de buena suerte, falta de entusiasmo y propósito, estrés o ansiedad constante,
es una señal de que nuestra energía espiritual está desgastada y necesitamos
una renovación.
Esta renovación no
necesariamente debe ser algo complicado. Cualquier persona puede trabajar en
una sanación individual de energía. A continuación les mostramos un proceso de
sanación con las manos que podrá ayudarte:
Paso 1:
En primer lugar, es
fundamental encontrar un lugar pacífico, lejos de ruidos y confusiones, donde
nadie te vaya a molestar. Cuando encuentres ese lugar, siéntate o recuéstate en
una silla. Relájate, cierra los ojos y haz cinco respiraciones profundas, que
vayan hasta la barriga, no sólo al pecho.
Paso 2:
Coloca tus manos
juntas, como si fueras a hacer una oración, y aprieta suavemente las puntas de
los dedos y las palmas de las manos unas contra otras. Mantén las manos en una
posición en la que se apoyen con el centro de tu frente, donde se ubica nuestro
tercer ojo, y luego colócalas en contacto directo con el centro del corazón.
Estas dos regiones son los centros de nuestro chakra del tercer ojo y del
corazón y estos movimientos posibilitan que los mismos sean activados.
Paso 3:
Frota una mano con la
otra de forma suave, hasta que consigas sentir un poco de calor. Después de
eso, coloca la mano derecha sobre el centro del corazón y la mano izquierda
sobre el hombro. Este movimiento también recargará chakras poderosos.
Paso 4:
Con los ojos cerrados,
visualiza una luz blanca de curación pasando de tus manos a tu cuerpo. Observa
cómo esta energía pasa por cada parte de tu cuerpo restaurando y recargando tus
centros de energía y promoviendo entre ellos una gran cura.
Paso 5:
En el momento en que
sientas que ya has recibido suficiente luz, abre tus ojos y, cuidadosamente,
agita las manos. Levántate y mueve tu cuerpo.. haz algunos estiramientos leves
para impulsar la circulación sanguínea.
Paso 6:
Para finalizar, bebe un
vaso de agua y cuida bien de tu hidratación durante el día.
Este proceso de
curación es simple y rápido, pero tiene un gran potencial de expansión de la
energía de sanación por el cuerpo y la renovación de la energía espiritual,
instantáneamente. Si haces el ejercicio diariamente, por al menos quince
minutos, alcanzarás mejores resultados.
El Mundo del Yoga
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