EL CAMINO MEDIO
A través de los 2.500
años de historia del budismo, el concepto del Camino Medio ha sido objeto de
múltiples interpretaciones, no obstante, y expresado de modo sencillo, este
concepto describe el camino o la forma de trascender y reconciliar la dualidad que
caracteriza a la mayoría del pensamiento.
En el sentido más
amplio, el Camino Medio se refiere a la visión iluminada del Buda acerca de la
vida, así como a las acciones y actitudes que pueden crear felicidad para uno
mismo y para los demás; está basado en el esfuerzo continuado y dinámico de
aplicar la sabiduría budista a los interrogantes y desafíos de la vida y de la
sociedad. En este sentido, la búsqueda del Camino Medio puede ser considerada
como un objetivo universal para todas las tradiciones budistas: indagar un modo
de vivir que pueda otorgar el mayor valor a la existencia humana y ayude a
aliviar el sufrimiento en el mundo. Por todo ello, en ocasiones, el budismo es
también denominado el “Camino Medio”.
El rechazo a los
extremos
La vida de Shakyamuni
ejemplifica una interpretación básica del Camino Medio entendido éste como el
camino entre dos extremos, semejante a la idea de Aristóteles del “justo
término medio” por el cual “toda virtud es un término medio entre dos extremos,
cada uno de los cuales es un vicio.”
Nacido como príncipe,
Shakyamuni pudo disfrutar de todos los placeres y comodidades materiales. Sin
embargo, insatisfecho con la persecución de placeres efímeros, salió en busca
de una verdad más profunda y duradera. Fue así que inició un periodo de
práctica ascética extrema, privándose de alimento y sueño, con lo que se situó
al borde mismo del colapso físico. Percibiendo la inutilidad de este camino,
comenzó a meditar con la profunda determinación de captar la verdad de la
existencia humana, una verdad que se le había escapado tanto en una vida de
ascetismo como en una vida llena de lujos. Fue entonces, en su rechazo tanto a
la automortificación como a la autoindulgencia que Shakyamuni despertó a la
verdadera naturaleza de la vida, su eternidad, su profundo manantial de
vitalidad sin límites y su sabiduría.
Unificación de las Tres
Verdades
En la China del siglo
VI, el erudito budista T’ien-t’ai (Chih-i), basándose en sus extensos estudios
acerca de las enseñanzas de Shakyamuni desarrolladas en el Sutra del loto,
describió la vida y los fenómenos en términos de las tres “verdades”. Este
planteamiento articulaba la realidad de todos los fenómenos a partir de tres
dimensiones separadas.
La verdad de la
existencia temporal alude a los aspectos físicos y materiales de la vida,
incluyendo la apariencia, la forma y las acciones. La verdad de la no
sustancialidad se refiere a los aspectos invisibles de la vida, tales como
nuestras funciones mentales o espirituales, que permanecen latentes hasta que
se manifiestan. T’ien-t’ai propuso una tercera verdad, la esencia o sustancia
de la vida que trasciende y abarca los dos opuestos anteriores. Lo definió como
Camino Medio.
T’ien-t’ai observó que
las tres verdades están unificadas en todos los fenómenos y de este modo
clarificó la interrelación indivisible entre lo físico y lo espiritual. A
partir de este punto de vista se originan los principios budistas de la
inseparabilidad de cuerpo y mente y de la inseparabilidad del individuo y el
medio ambiente.
La dignidad inherente
de la vida como el principio rector
De forma similar a
T’ien-t’ai, Nichiren describió la vida como “una realidad inescrutable, que
trasciende las palabras y los conceptos de existencia o no existencia; no es
existencia ni no existencia, y sin embargo exhibe las cualidades de ambas”. En
otras palabras, la vida es, en sí misma, la máxima expresión de la armonía de
las contradicciones. Al igual que la flor de loto, que florece inmaculada de
entre las turbias aguas en las que crece, Nichiren sostenía que los seres
humanos poseemos un enorme potencial así como la condición de vida de la
Budeidad y que ambos pueden ser manifestados en proporción directa a la
profundidad de la confusión y las dificultades que enfrentamos. Nichiren alentó
a las personas a percibir la dignidad inherente de toda vida – la propia y la
de los demás – y a esforzarse por hacer de ello el principio rector de sus
acciones.
Desde esta perspectiva,
perseguir el Camino Medio no es un compromiso. Es la forma de enfrentar con
valentía los desafíos de la vida, -identificar las causas profundas y buscar la
manera de resolverlas-, mientras convocamos la fuerza transformadora y la sabiduría
de la Budeidad desde el interior de nuestra propia vida con el fin de crear
armonía. Por otra parte, el Camino Medio no equivale a la definición de lo que
puede ser aceptado o considerado “normal” por la sociedad en un momento dado.
Más bien trasciende los valores subjetivos y concuerda con algo más
fundamental: nuestra humanidad. En el plano social y político, el Camino Medio
podría expresarse como el compromiso por defender el respeto a la dignidad de
la vida y situar este compromiso por delante de la adhesión a una ideología
política o económica en particular. Este enfoque fue expresado por Gandhi en
sus conocidas palabras: “Recuerda la cara del hombre más pobre y más débil que
hayas visto y pregúntate si el paso que estás considerando dar le será de
alguna utilidad”.
Desde el punto de vista
de la SGI, son las personas comprometidas con el esfuerzo sostenido de orientar
sus vidas en una dirección positiva quienes inevitablemente comenzarán a mover
a la sociedad misma en dirección a la felicidad y la convivencia armoniosa. El
Presidente de la SGI, Daisaku Ikeda, escribe que el Camino Medio es un proceso
que consiste en “vivir y dejar nuestra propia huella en la sociedad mientras
que constantemente nos cuestionamos acerca de nuestras acciones para asegurarnos
que concuerdan con el camino de la humanidad”.
El historiador Eric
Hobsbawm tituló La era de los extremos a su obra sobre el siglo XX. De hecho,
la violencia y los desequilibrios grotescos de esa época condujeron a la
necesidad de encontrar un principio rector para lograr la paz y la satisfacción
de la humanidad. El Camino Medio, que reverencia la dignidad y la santidad de
la vida y hacer del bienestar de las personas y del planeta el punto de partida
y el objetivo final de toda empresa humana, puede proporcionar un camino a
seguir.
JBN LIE
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