Lo ideal, al llegar a
casa, es sentir que nuestra energía se recarga, nuestras emociones se ordenan y
si nuestro camino interno se ha difuminado, volver a encauzarnos.
Llegar a nuestra
vivienda debería ser sinónimo de volver a nosotros mismos, pero son muchas las
personas a las que llegar a casa les supone tensión, un esfuerzo, y a las que
permanecer en ella, es un sinónimo de pérdida de energía y debilidad.
Los motivos por los que
volver a casa puede generar cierto rechazo, pueden ser varios: una relación
insana con la pareja, los hijos o los padres. La falta de espacio personal. Una
debilidad en la energía vital de la vivienda que conecta con un aspecto de la
personalidad. Una intrusión del aspecto profesional en la vida personal. La
falta de luz o el exceso de desorden…
Por mucho que cueste a
veces comprenderlo, todos estos factores también son un reflejo de nuestro
interior y el mismo esfuerzo que supone volver a casa, es un reflejo del
esfuerzo que supone regresar a nosotros mismos..
El esfuerzo ante las
relaciones insanas refleja una inercia interna a dejarte a un lado por mantener
una estabilidad.
La falta de espacio
personal corresponde a una falta de valoración respecto a tu propio aporte de
valor.
Cuando es una debilidad
de nuestra personalidad la que se activa al llegar a casa, evitar el trabajo
personal es lo impide lograr la paz.
Mezclar en exceso lo
personal y lo profesional es también un síntoma de tu realidad interna.
Vivir en un lugar
desordenado o con poca luz natural, es un síntoma de tu forma de gestionar tu
propio mundo emocional.
Todas estos reflejos se
pueden trabajar a través de las viviendas.Se puede estudiar la vibración
personal de cada miembro de la familia para lograr que la decoración facilite
la relación. Se pueden crear espacios personales que invitan a la reflexión y a
la desconexión. Se pueden localizar los puntos débiles de la vivienda para
reforzarlos. Se puede ampliar la vibración de la luz que se recibe, así como
dar pautas de orden.
Todo ello, por reflejo,
mejoraría la llegada a casa, pero sin el compromiso personal de poner en orden
todo el movimiento interior que generarán dichas acciones, con el tiempo, las
áreas trabajadas volverían paulatinamente a estar como estaban.
Hay personas a quienes
la vida les pesa y sus inercias inconscientes son tan fuertes que, por mucha
luz que les impulse o por mucha armonía que se genere en su vivienda, su
inercia interna les lleva una y otra vez al mismo punto.
En estos casos, al
igual que en todos los demás, cultivar la consciencia real de ser en esencia
mucho más sutil que lo material, permite levantar el vuelo vital lo suficiente,
como para que lo terrenal no influya tanto.
La genética de los
apellidos, los aprendizajes de alma que traes, las experiencias que crean
puntos de fuga y la falta de consciencia de la realidad esencial que eres,
pueden ser pesos en tu equipaje que, con sólo dedicar unos minutos al día a
recordar y sentir lo que eres en realidad para ir integrándose en tu
consciencia de forma gradual, pierden el peso emocional y se despliegan ante ti
en el orden y sincronía perfecta para tu beneficio personal y consciencial.
El orden vital en tu
vivienda puede elevar la vibración de la lucidez sobre todos los aspectos de tu
vida y llevarte al punto de luz necesario para concebir con facilidad, tu
realidad natural.
Abre tu Corazón a
recordar tu verdad y tu vuelo se elevará lo suficiente como para vivir con
armonía natural y serenidad.
Andres Tarazona
Fuente: El Cielo en la
Tierra
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