Mientras pensemos en
términos de tiempo, existirá el miedo a la muerte.
He aprendido, pero no
he llegado a la culminación, y antes de morirme debo encontrarla; o, si no la
encuentro antes de morir, al menos espero encontrarla en mi próxima vida,
etcétera. Todo nuestro pensar se basa en el tiempo: nuestro pensamiento es lo
conocido, es el resultado de lo conocido, y lo conocido es el proceso del
tiempo; y es con esa mente que tratamos de descubrir lo que es inmortal, lo que
más allá del tiempo, lo cual no es sino una búsqueda en vano, carente de
sentido, excepto para los filósofos, teóricos y especuladores.
Si yo quiero hallar la
verdad, no mañana, sino realmente, directamente, ¿acaso no debo yo -con el mí,
el yo que siempre está acumulando, compitiendo y dándose a sí mismo continuidad
por medio de la memoria- dejar de continuar? ¿Es posible morir mientras se vive
–que no es perder la memoria de forma artificial, lo cual es amnesia, sino
dejar realmente de acumular por medio de la memoria y, en consecuencia, cesar
de darle continuidad al mí? Viviendo en este mundo, que pertenece al tiempo ¿es
posible para la mente generar, sin ningún tipo de compulsión, un estado en que
quien tiene experiencias y la experiencia misma carezca de razón de ser?
Mientras haya alguien que tenga experiencias, que sea el observador, el
pensador, debe existir el miedo a acabarse y, en consecuencia, a la muerte.
Mientras siga buscando
otras experiencias, mientras siga fortaleciendo mi propia continuidad a través
de mi familia, de mi propiedad, de mi nación, de mis ideas, de cualquier forma
de identificación, debe existir el miedo a que todo se acabe.
LA MUERTE Y LO
DESCONOCIDO
Nos aferramos a lo
conocido y tenemos miedo a lo desconocido.
Así, hemos separado
vida y muerte. Situamos la muerte al final de la vida. Ponemos la muerte lo más
lejos posible, a un largo intervalo de tiempo, pero al final de ese largo
periodo moriremos. Ahora bien, ¿qué llamamos vida? Ganar dinero, ir a la
oficina de 9 a 5, trabajar duro en un laboratorio, en una oficina, en una
fábrica, ese interminable conflicto, el miedo, la ansiedad, la soledad, la
desesperación, la depresión; a toda esa forma de existencia llamamos vida,
vivir. Nos aferramos a eso, pero ¿es eso vivir? Esa vida es dolor, sufrimiento,
ansiedad, conflicto, desesperación y corrupción porque si hay interés propio, tiene
que haber corrupción. A eso, lo llamamos vivir, es lo que conocemos, estamos
familiarizados con ello porque así es nuestra vida diaria. Y tenemos miedo a
morir, lo cual significa soltar todo lo conocido, todas las cosas que hemos
experimentado y acumulado: nuestro amor por los muebles y la hermosa colección
de cuadros y pinturas, pero viene la muerte y dice: Tiene que soltar todas
estas cosas para siempre.
De modo nos aferramos a
lo conocido y tenemos miedo a lo desconocido.
JIDDU KRISHNAMURTI
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