Para quienes fácilmente se distraen
es difícil cerrar los ojos y concentrarse en la respiración. Recursos para
hacerlo posible
A quienes meditan con ojos cerrados y
la respiración pausada se les ve como si navegaran por un “mar de la
tranquilidad”. Sin embargo, para algunos sentarse sin moverse varios minutos
significa un trabajo colosal. Sus mentes naufragan entre un pensamiento y otro,
para lo cual los maestros de meditación aconsejan reconocerlos, primero, y
volver a poner atención a la respiración, después.
No obstante, ¿qué se puede hacer en
caso de no conseguirlo y de sobrevenir una frustración?
Para Dan Harris, periodista
estadounidense retirado de ABC News y coautor de “Meditación para escépticos
con reticencias”, esta situación es muy común y la distracción en la meditación
no es un fracaso.
Y es que los beneficios de la
atención plena pueden imponerse ampliamente a la frustración. Aún más: meditar
por intervalos hace que las personas se sientan más atentas, con menos
ansiedad, incluidas aquellas que encuentran más inconvenientes para concentrarse
en la vida cotidiana.
Investigadores de la Universidad de
Duke (EE.UU.) que han trabajado sobre la meditación y la distracción, en
especial por el llamado “trastorno por déficit de atención e hiperactividad”,
han logrado demostrar que ese objetivo se puede alcanzar, a pesar del desafío
que supone permanecer sentado algunos minutos.
Por lo tanto, los hallazgos de estos
científicos pueden ayudar a quienes desean, y buscan, mejorar sus habilidades
meditativas.
Reconocer y aceptar
En primer lugar, hay que reconocer y
aceptar que nadie es bueno ni malo para meditar. Cada vez que uno se distraiga,
hay que volver a empezar. Y esto, paradójicamente, es un hecho positivo. Como
lo explica Jeff Warren, el otro autor de “Meditación para escépticos con
reticencias”, lo mejor que puede suceder “es observar dónde estás y aceptar
quién eres”, aunque te distraigas cada equis segundos. Es decir, la cuestión es
afirmar nuestra humanidad y estar en el momento presente, por muy distraído que
uno se encuentre.
Lidia Zylowska, profesora adjunta del
departamento de psiquiatría de la Universidad de Minnesota, ofrece otro recurso
para superar el sentimiento del fracaso. Es lo que se llama meditación de la
bondad amorosa, y que consiste en ofrecer palabras gentiles y de aliento, a uno
mismo y a los demás, durante la meditación, como estas: “Que sea feliz, que sea
saludable, que esté libre de sufrimiento”.
Asimismo, indica ejercicios de
atención plena que se pueden realizar en cualquier momento del día. Por
ejemplo, cepillarse los dientes con atención plena: fijarse en el sabor de la
pasta dentífrica, la sensación del cepillo en las encías o simplemente el
brillo de la luz del cuarto de baño.
Como se puede observar, en general,
estos ejercicios son muy breves, factor que los hace esencialmente útiles para
las personas que sufren distracciones crónicas.
Además, Zylowska recomienda un
ejercicio que dura dos segundos, para principiantes. Cuando el móvil suene al
recibir una llamada, un mensaje de texto o una notificación de trabajo, tomar
un profundo respiro antes de responder. Esa respiración ofrecerá una sensación
de calma antes de iniciar una conversación. (¿Qué sucedería si se dieran más
respiros sucesivos?)
Meditaciones brevísimas
Harris y Warren recuerdan a los meditadores
novatos que “un minuto cuenta”. Y es que hay que admitir que, si tratas estar
30 minutos sentado, porque se supone que es lo que tienes que hacer, no
seguirás practicando. Por ello, conviene comenzar con algo más tolerable, como
tres a cinco minutos, y luego aumentar poco a poco.
Tampoco es necesario u obligatorio
sentarse sobre un cojín para lograr los beneficios de la meditación. Por eso
Zylowska sugiere caminar en la naturaleza, incluso en medio de la naturaleza
urbana, si hay esa posibilidad, porque “la naturaleza es un gran inductor de la
conciencia en el momento presente”.
Actividades como el yoga y el taichí,
en las que se mueve el cuerpo, pero a un ritmo que facilita ser consciente de
lo que se está haciendo, son otra opción. O sencillamente contar los pasos en
un paseo, o concentrarse en que nuestra respiración concuerde con el ritmo de
los pasos.
Superando el aburrimiento
Un factor que también conspira en la
práctica meditativa es el aburrimiento, para lo cual algunos veteranos recomiendan
concentrarse en ser curioso.
Para ello hay que atender a cosas que
habitualmente no advertimos: cantos de pájaros que nunca habíamos escuchado, lo
que podemos sentir a través de los pelos de la nariz al respirar… ¿Pensamos que
cuando exhalamos esos pelos se agitan como árboles en la brisa? Esos
pensamientos nos anclarán al momento presente.
Además, una cuestión a dilucidar es
por qué queremos ver qué nuestros teléfonos durante la meditación. Según los
estudios realizados, nuestros cerebros anhelan el impulso de dopamina de la
novedad, por un lado, y también podemos sentir ansiedad por perder algún
hipotético mensaje importante.
¿Qué se puede hacer? Tomarse un
momento para entender lo que está promoviendo tal deseo, reconocer ese
sentimiento y finalmente regresar a la meditación.
Fuente: TU MISMO
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