Las
religiones tienden a negar o ignorar la evolución, pero ¿qué sucedería si en
cambio la abrazaran y la hicieran fundamental en su mensaje? Para los budistas,
la cuestión relevante es lo que las enseñanzas sobre la impermanencia y la
insubstancialidad implican sobre el Big Bang y el desarrollo evolutivo.
Una
manera de abordar esta cuestión es preguntar si la evolución es tan aleatoria y
sin sentido como muchos científicos creen. De acuerdo con Brian Swimme, en su
libro The Universe Story, el fenómeno más misterioso y, sí, espiritual en el
universo es que si dejas hidrógeno solo durante catorce mil millones de años,
finalmente se transforma en rosales y jirafas ― y nosotros. Ahora bien, catorce
mil millones años pueden parecer mucho tiempo, pero creo que en realidad es un
período muy corto de tiempo para evolucionar desde el plasma del Big Bang a un
Buda Shakyamuni o a un Gandhi. A menos que, por supuesto, la materia sea algo
muy diferente de la forma reduccionista que normalmente se entiende.
Lo que
generalmente consideramos como evolución ―la variación genética que conduce a
formas de vida más complejas― es sólo uno de los tres procesos
interdependientes y progresivos a través de los cuales se desarrolló el
universo. Es una historia tan increíble como cualquier mito religioso.
El primer
paso fue la creación de los elementos superiores, formados cuando el hidrógeno
se fundía en los núcleos de estrellas y supernovas, que luego explotaron y
dispersaron los elementos para unirse en nuevos sistemas solares. En el segundo
paso, elementos como el carbono, el oxígeno y el sodio proporcionaron la base
material para la eventual aparición de especies auto-replicantes hace unos
cuatro mil millones de años, incluyendo la aparición de seres humanos hace unos
200.000 años. Por último, pero no menos importante, fue el proceso del
desarrollo cultural lo que ha sido necesario para producir seres humanos
altamente evolucionados como el Buda y, en nuestros días, Gandhi o Einstein.
Para mí,
parece inverosímil que todo esto sea accidental. Eso no significa
necesariamente que deba haber un director externo ―un Dios― que esté
organizando todo el asunto. En vez de eso, ¿podemos entender esta
auto-organización a tientas como el universo luchando por volverse más
consciente de sí mismo? En The Universe Story, Brian Swimme y Thomas Berry
ofrecen una interpretación no dualista: "El ojo que escudriña la galaxia
de la Vía Láctea es en sí mismo un ojo formado por la Vía Láctea. La mente que
busca el contacto con la Vía Láctea es la mente misma de la galaxia de la Vía
Láctea en busca de sus propias profundidades". Cuando Walt Whitman admiró
una hermosa puesta de sol, él era "un espacio que la Vía Láctea había
formado para sentir su propia grandeza".
¿Es esta
la respuesta a la vieja pregunta: "Si no hay yo, ¿quién se ilumina?"
Quizás nuestro deseo de despertar (Buda significa "despertarse") no
es otra cosa que el impulso del cosmos de tomar consciencia de sí mismo .
"Despertar" es darse cuenta de que "yo" no estoy dentro de
mi cuerpo, mirando hacia un mundo que está separado de mí. Más bien,
"yo" soy lo que todo el universo está haciendo aquí y ahora, una de
las infinitas maneras en que la totalidad de sus diversas causas y condiciones
se reunen. Mi despertar es el universo despertando a sí mismo.
¿Qué dijo
el gran maestro zen Dogen después de su propia iluminación profunda, cuando
"el cuerpo y la mente desaparecieron"? Él dijo: "Llegué a
comprender claramente que la mente no es otra cosa que las montañas y los ríos
y la gran y amplia Tierra, el sol y la luna y las estrellas". Según la
tradición, Shakyamuni despertó cuando levantó la vista de sus meditaciones y
vio la estrella de la mañana (Venus). ¿Se dio cuenta de repente de su
no-dualidad con esa estrella?
Cada
especie es un experimento de la biosfera, y los biólogos nos dicen que menos
del 1 por ciento de todas las especies que han aparecido en la Tierra todavía
sobreviven hoy en día. La gran corteza cerebral del homo sapiens nos permite
ser co-experimentadores y co-creadores. (¿Es esto lo que significa "creado
a imagen de Dios"?) Con nosotros, nuevos tipos de "especies" han
llegado a ser posibles: cuchillos y sinfonías, poesía y bombas nucleares. Pero
también es cada vez más obvio que algo ha ido mal con nuestra
hiper-racionalidad. El Zaratustra de Nietzsche dice que "el hombre es una
cuerda a través de un abismo". ¿Somos una especie en transición? ¿Debemos
evolucionar más para sobrevivir? En términos budistas, nuestras ilusiones de un
yo separado están obsesionadas por demasiado dukkha, que nos motiva a hacer
demasiadas cosas autodestructivas. Tal vez eso ayude a explicar la situación
crítica en la que nos encontramos ahora.
Por otra
parte, figuras como el Buda podrían ser precursoras de cómo nuestra especie
puede desarrollarse. En ese caso, el paso evolutivo cultural más importante hoy
en día sería las prácticas espirituales que abordan la ficción de un yo
separado cuyo bienestar es distinguible del de los "otros". Tal vez
nuestro problema básico no es el amor propio, sino un profundo malentendido de
lo que uno realmente es. Como dice Thich Nhat Hanh: "Estamos aquí para
superar la ilusión de nuestra separación".
Sin la
compasión que surge cuando nos damos cuenta de nuestra no dualidad ―empatía no
sólo con otros seres humanos, sino con toda la biosfera― es cada vez más
probable que la civilización tal como la conocemos no sobrevivirá en los
próximos siglos. Tampoco lo merecería. Nos enfrentamos al desafío de que o
crecemos o nos apartarnos del camino. Queda por ver si el experimento homo
sapiens será un vehículo exitoso para el proceso evolutivo cósmico.
Todo esto
sugiere que la crisis ecológica no es sólo una emergencia tecnológica y
económica, sino un desafío espiritual para realizar nuestra unidad con la
Tierra. En este punto de nuestra historia evolutiva, ¿realmente tenemos otra
opción?
David Loy
Fuente: No Dualidad
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