No cabe duda de que la
música influye de forma directa en nuestro estado anímico, pero sus efectos van
mucho más allá de la mera repercusión psicológica. Descubre sus múltiples
aplicaciones para la salud.
En qué consiste la
musicoterapia
Podemos definir la
musicoterapia como aquella terapia que emplea la música con el objetivo de
beneficiar nuestra salud a través de mejoras en diferentes ámbitos personales
tales como el físico, emocional, social o cognitivo.
La musicoterapia parte
de un principio básico que no es otro que el hecho de que todos los seres
humanos somos, por naturaleza, seres musicales. Habitualmente, esta terapia
tiene dos formas de aplicación: activa –cantar y escuchar música, tocar
instrumentos, etcétera– y receptiva, relajación a través de la música. Y ello
se haría mediante dos terapias complementarias, las verbales, en las que se
habla con el paciente, y las no verbales, que implican la expresión del
paciente a través de gestos y sonidos.
Musicoterapia
Con la musicoterapia,
el terapeuta trabaja nuestras habilidades personales. Dichas habilidades serían
las siguientes:
Sensoriales: aumenta
nuestra capacidad de respuesta ante los estímulos sensoriales recibidos.
Cognitivas:
aprendizaje, memoria, imaginación o nivel de alerta.
Socio-emocionales:
permite un mayor auto-conocimiento y facilita la forma de expresar y compartir
nuestros sentimientos y emociones.
Motrices: equilibrio,
movilidad y coordinación, entre otras.
Orígenes de la
musicoterapia
A lo largo de los
siglos, prácticamente todas las culturas y civilizaciones han destacado las
propiedades relajantes y calmantes de la música. De hecho, hay constancia de
sus aplicaciones terapéuticas desde la época de los egipcios o los griegos
hasta nuestros días.
Remontándonos al pasado
más reciente, ya en el siglo XIX, el psiquiatra francés Esquirol empleaba la
música para tratar pacientes con enfermedades mentales, aunque no será hasta
principios del siglo XX cuando surja la Musicoterapia como disciplina
científica. Será de la mano del suizo Emile Jacques Dalcroze, entre los años
1900 y 1950; él fue el primero en enunciar que el organismo es susceptible de
ser educado a través de los impulsos musicales.
Precisamente, a partir
del año 1950 empezarán a surgir en todo el mundo asociaciones de Musicoterapia
cuyas acciones serán, entre otras, las de desarrollar investigaciones sobre
esta disciplina, crear material divulgativo, organizar congresos y fomentar la
creación de la carrera universitaria de Musicoterapia.
¿Cómo nos afecta la
música?
Hace mucho tiempo que
el ritmo, el sonido, la armonía y la melodía que conforman la música se han
empleado en tratamientos médicos. Si bien es cierto que la música no cura por
sí sola, hoy en día, muchos terapeutas apuestan por ella -por la musicoterapia-
por los beneficios que reporta a la hora de reducir los síntomas de ciertas
patologías.
No cabe duda de que la
música influye de forma directa en nuestro estado anímico, pero su incidencia
va mucho más allá de la mera repercusión psicológica. Ya hay estudios médicos
que demuestran sus efectos sobre la presión arterial, la frecuencia cardiaca e,
incluso, la saturación de oxígeno.
La influencia de la
música en nuestro plano físico es mucho mayor de lo que pensamos. Hoy en día ya
existen neuroimágenes que muestran lo que ocurre en las distintas áreas del
cerebro cuando éste recibe los estímulos musicales. De hecho, a partir de
investigaciones recientes realizadas por la universidad finlandesa de
Jyväskylä, se ha desarrollado un método mediante el cual se puede estudiar cómo
nuestro cerebro procesa los distintos aspectos de la música a los que hacía
antes referencia, esto es, el ritmo, la tonalidad o el timbre.
En este sentido, uno de
los descubrimientos más innovadores de dicho estudio es que las áreas límbicas
del cerebro –las cuales se asocian a nuestras emociones– se ven afectadas
directamente por el ritmo y la tonalidad. Estos mismos científicos también han
observado que el procesamiento del timbre está asociado con la activación de la
denominada red neuronal por defecto (RND), que son un conjunto de regiones que
podría ser la responsable de la actividad que desarrolla nuestra mente mientras
está en reposo y que también está vinculada con los procesos de divagación y de
creatividad.
Podríamos decir que, al
igual que sucede con otro tipo de estímulos, cuando escuchamos música, ésta
produce en nosotros respuestas de muy diferente tipo y que nos lleva a
expresarnos y a transmitir dicha energía hacia el exterior y esto lo hacemos en
función de las características biofisiológicas, afectivas y psicológicas de
cada uno, es decir, nuestra edad, estado psicológico o anímico, etapa de
desarrollo personal, etcétera.
Y no nos olvidemos de
que la música y los sonidos que escuchamos también pasan a formar parte de
nuestro archivo personal, por así decirlo. Es decir, a través de nuestros
gustos musicales, proyectamos nuestra personalidad y podemos manifestar, por
ejemplo, cómo somos, lo que sentimos en un determinado momento o nuestro estado
anímico.
Aplicación y beneficios
de la musicoterapia
La música gusta a
prácticamente todo el mundo, un estilo u otro pero todos escuchamos de vez en
cuando alguna canción. Entre los beneficios que tiene la musicoterapia se
encuentra que es buena para activar el cuerpo, pues de manera involuntaria se
producen movimientos al ritmo del sonido. y también al escuchar música se
producen reacciones fisiológicas en la respiración y en los latidos del
corazón, pudiendo acelerarlo o relajarlo. Hay que añadir que son muchos los
estudios que han determinado que la música mejora el lenguaje, el rendimiento
motor, el estado de ánimo y la cognición en pacientes neurológicos.
La música también puede
ayudar en el aprendizaje, pues son muchos los profesores que utilizan esta
técnica para que los niños memoricen, y son bastantes los estudiantes que usan
melodías para recordar fechas o aspectos claves en los exámenes. Y por supuesto
no hay que olvidar la evasión que nos provocan las canciones, solo basta con
cerrar los ojos y dejarse llevar.
Podemos dividir las
personas susceptibles de ser tratadas mediante musicoterapia en cuatro grandes
grupos:
Adulto con problemas de
estrés
Adultos con problemas
de adicciones, aquellos que presentan daño cerebral, personas que padecen
enfermedades degenerativas, alzhéimer o algún tipo de discapacidad. En
pacientes terminales o con dolores crónicos.
Adultos sanos: puede
que no tengamos ningún problema de salud, pero este tipo de terapia es
beneficiosa para disminuir la ansiedad o el estrés, mejorar nuestra autoestima
o incrementar la creatividad. En el caso concreto de las mujeres, se recomienda
la musicoterapia durante el embarazo y el proceso de parto.
Niña en una terapia con
música
Niños: en este caso, la
musicoterapia es beneficiosa para los menores con problemas de conducta,
autismo, deficiencia mental, baja autoestima, dificultades en el aprendizaje o
problemas de socialización. También cuando padecen enfermedades que conllevan
un tratamiento más o menos largo, así como ingresos hospitalarios frecuentes
como, por ejemplo, cáncer o cardiopatías.
Embarazada escuchando
música como terapia
Embarazadas: las
mujeres embarazadas pueden reducir sus niveles de ansiedad gracias a la
musicoterapia, según un estudio publicado en el Journal of Affective Disorders.
Además, mejora el vínculo entre la madre y el bebé antes del nacimiento,
fomenta un aumento de la inmunoglobulina A, un anticuerpo vinculado a un número
mayor de células que combaten gérmenes y bacterias y podría ayudar a minimizar
los dolores de las contracciones durante el parto.
Los estudios corroboran
los beneficios de la musicoterapia
Según la Sociedad
Española de Neurología (SEN), los pacientes que han pasado por un ictus pueden
mejorar su recuperación cognitiva, motriz, la función ejecutiva y previene la
depresión. Además, añaden que son numerosos los estudios que han demostrado que
este tipo de terapia puede ser beneficiosa para pacientes con alzhéimer, pues
favorecen el rendimiento cognitivo general y las actividades de la vida diaria,
y con párkinson, que ven como las capacidades motoras, de equilibrio, la
calidad de vida y la cognición mejoraban sustancialmente.
Concepto de
musicoterapia
Las personas con
epilepsia o que se encuentran en estado vegetativo también podrían beneficiarse
de la musicoterapia, favoreciendo la capacidad para regular el sistema
dopaminérgico en el primer caso y reduciendo la tensión arterial en el segundo.
Además, según la propia SEN, un estudio llevado a cabo en niños y adultos con
epilepsia demostró que con la música se consiguió reducir un 24% la actividad
de la enfermedad.
Cómo y dónde se
practica la musicoterapia
Una sesión de
musicoterapia tiene una duración mínima de una hora y siempre debe ser llevada
a cabo por un terapeuta con formación específica en la materia, ya que no puede
ser realizada por cualquier persona.
Durante las sesiones se
puede tanto escuchar música como producirla, ya sea mediante la voz,
instrumentos musicales o nuestro propio cuerpo.
Persona practicando la
musicoterapia
La musicoterapia debe
ser llevada a cabo por un terapeuta con formación específica en la materia.
Muchos centros
psicológicos y hospitales ya cuentan en la actualidad con unidades específicas
en las que se desarrolla este tipo de terapia. En ellos, a través de la música,
se trabaja con los pacientes para conseguir, por ejemplo, mejorar las
habilidades comunicativas –en el caso de niños con autismo– o incrementar la
coordinación y reforzar la memoria y la autoestima en el caso de que presenten
daños cerebrales.
Cuando se realizan
sesiones con la intención de disminuir los niveles de estrés y de ansiedad o
para superar problemas psicológicos, se trabaja con las personas su capacidad
de expresar sensaciones y emociones mediante la música.
A pesar de que no hay
un precio estándar para este tipo de terapia, lo habitual es que su coste
aproximado sea de 50 euros mensuales por una sesión semanal de hora y media de duración.
INMA D. ALONSO
Periodista experta en
salud y bienestar
Fuente: Web Consulta
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