Hacia una consciencia
que nos llevará a una auténtica revolución en nuestro modo de concebirnos y
entender el mundo
“Las creencias tienen
el poder de crear y el poder de destruir”. Tony Robbins
Desmontar mitos y
creencias es algo que de forma habitual hacemos tanto a nivel individual como
cada vez que nuestra especie hace un pequeño o un gran salto evolutivo.
Solo tenemos que mirar
hacia atrás y comprobarlo.
Creencias que han
estado integradas en nosotros, arraigadas en nuestro subconsciente durante
muchos años, siglos, incluso, de repente se tambalean cuando surge un iluminado
como Galileo Galilei —por citar un ejemplo— y dice que la Tierra gira en torno
al Sol, y aunque al principio no es aceptada esa “inverosímil y hasta puede que
estúpida idea o probabilidad”, resulta que con el tiempo es una realidad
ampliamente constatada por la ciencia.
Del mismo modo, este
ejemplo lo traslado a otras esferas de nuestro día a día en aspectos
aparentemente menos trascendentes pero que pueden ser, sin embargo, muy
peligrosos, como las creencias erróneas de que “los celos demuestran amor” o
“no hay amor verdadero sin sufrimiento”.
Creencias que en la
actualidad ya están desmontadas, aunque todavía no instaladas en el
subconsciente de todos. Y podría citar muchísimos ejemplos más.
En 2017 escribí un
artículo titulado “Desmontar la entropía”, que podéis leer en mi blog:
emizanonsimon.blogspot.com. En él hablaba de cómo el estereotipo del tiempo
como flecha inexorable hacia delante ha sido también desmontado por la
demostración científica de la existencia del espacio cuántico.
Cuando dos partículas
intercambian energía pueden moverse hacia atrás o hacia adelante en el tiempo.
Pasado, presente y futuro, se dan en el aquí y el ahora.
En este artículo,
recién estrenado el 2023, y seis años después de aquél, quiero hablaros sobre
desmontar otro mito o creencia que, igualmente, por los grandes avances
cuánticos en el conocimiento de nuestra especie como entidades energéticas,
como entidades con múltiples y variados paquetes de información en nuestro ADN
(codificado para vivir y no para morir) que hacen a cada uno de nosotros únicos
e inigualables, interactuando e intercambiando información con todo lo que nos
rodea —sea del reino que sea—, sabemos que es posible.
Se trata de desmontar
la creencia de que “el tiempo es lo que nos envejece”. “¡¿Cómo?! ¿He leído
bien?”, os preguntaréis. Sí, no envejecemos por el paso del tiempo. ¿Entonces?,
y siguen las preguntas, ¿por qué envejecemos?
La respuesta es muy
clara: envejecemos porque creemos que el tiempo nos envejece. Y no es un juego
de palabras. La creencia arraigada, impresa en nuestro subconsciente, en cada
una de nuestras células, en nuestro ADN, de que el paso del tiempo es lo que
nos hace envejecer, es errónea. Así, sin más. Y no soy yo quien lo dice, sino
mentes muy avanzadas de nuestros días.
Esta firme creencia,
unida a la contaminación medioambiental, a la oxidación, la intoxicación por
metales pesados presentes en los alimentos y líquidos que ingerimos, así como
el estrés al que estamos sometidos en nuestra sociedad actual, y a la toxicidad
de nuestros pensamientos y emociones, es lo que nos lleva a envejecer.
Dicho lo anterior, dejo
a vuestro libre albedrío el hecho de desmontar o no esta creencia y actuar en
consecuencia.
Somos, según sabemos
ya, una red de inteligencia abierta a las infinitas posibilidades del mundo
cuántico y nuestras mentes empiezan a expandirse hacia una consciencia cuántica
que nos llevará a una auténtica revolución en nuestro modo de concebirnos y
entender el mundo.
Como dice en la cita
Tony Robbins, las creencias tienen el poder de crear y el poder de destruir.
Tuya es la elección. Tú eliges tus creencias.
¡Feliz mes de febrero!
Emi Zanon – Escritora y
Comunicadora
Fuente_ Tu Mismo
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