La Flexibilidad, una gran habilidad



"El hombre debe ser siempre flexible como la caña, no rígido como el cedro."  Engel.

No me refiero a la flexibilidad como cualidad física precisamente, aunque como metáfora sirve. La flexibilidad sobre la que escribo hoy es aquella que debe ser tomada en cuenta como cualidad en cualquier persona que quiera ser un líder en su propia vida personal, laboral, social y familiar.

La flexibilidad es una habilidad de la Inteligencia Emocional y tiene que ver con la tolerancia, con la adaptabilidad y la actitud ante nuevas ideas, hechos o situaciones distintas.
La flexibilidad es tolerancia o apertura y esto implica el respetar y valorar las ideas de los demás sinceramente. Orientar nuestra manera de ver las cosas hacia lo que nos atrae de una idea nueva, en vez de fijarnos automáticamente en lo que no nos gusta.
La flexibilidad como actitud, tiene que ver con ser positivos ya que cuando poseemos esta cualidad nuestra capacidad de pensar creativamente aumenta.
Y tener en cuenta también que con nuestra actitud hacia los demás tenemos un impacto directo en su realidad (me remito al post anterior del Efecto Pigmalión).
La flexibilidad también es adaptación, saber afrontar los cambios. Adaptarse no es tarea simple, implica dejar algo de lo que uno es para ser alguien distinto. Es en ocasiones tener que desprenderse de beneficios que ya no se tienen por obligaciones nuevas o distintas que asumir.
En la Historia, el Hombre se ha adaptado a inundaciones, cambios climáticos, invasiones, guerras, pobreza, epidemias, etc. El hombre es un animal de costumbre; se acostumbró a vivir en los árboles, luego ocupó cuevas abandonadas,  pero cuando se dio cuenta de que necesitaba buscar su alimento debido a la escasez, se hizo completamente nómada, y como la situación siguió en constante cambio... necesitó ubicarse en un lugar y cultivar plantas y criar ganado... se hizo sedentario .
Ser flexibles nos permite cambiar nuestras creencias y pensamientos, comprender más y mejor a los demás, podemos reconocer mejor y corregir nuestros errores, aceptamos más a quien piensa diferente, provocando así menos roces y menos conflictos; en pocas palabras nos volvemos más tolerantes, abiertos, menos rígidos en perseguir ese “orden mental” preconcebido que nos impide ver las cosas de otra manera, somos menos resistentes a los cambios.
Una desventaja de ser demasiado flexible puede ser caer en el conformismo, puede que ello limite su ambición personal para conseguir objetivos; puede que con ello no luche tanto para “cambiar” unas circunstancias incómodas de su vida, sino que termine adaptándose a convivir con ellas. Una persona extremadamente flexible puede que llegue a la paradoja de ser “veleta”.
Ser flexible no significa en ningún caso dejarse llevar, sino todo lo contrario. Quiere decir aprender a decir sí y a decir no en el momento oportuno. Y, por lo demás, estar abierto al proceso de mejora que existe en la multitud de ocasiones que van surgiendo en nuestro día a día.
Lourdes Morales


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