Piénselo, discutir con
la vida es inútil. Cuando uno no escucha está dejando de aprender a cada
momento. El acto de escuchar es el acto de aprender.
EL ARTE DE ESCUCHAR
El acto de escuchar es
el acto de aprender.
Uno tiene mucho que
aprender de la vida porque la vida es un movimiento de relación, y la relación
es acción. Debemos aprender y no acumular conocimientos de ese movimiento que
llamamos vida para después, vivir en base a ese conocimiento, lo cual es
conformidad. Conformarse implica adaptarse, encajar dentro de un molde,
adaptarse a diferentes impresiones, exigencias y presiones de una sociedad
particular. La vida significa estar vivo, comprender. Uno debe aprender de la
vida, y uno deja de aprender en el momento en que discute con la vida, cuando
afronta la vida con el pasado, con su propio condicionamiento como
conocimiento.
Así, hay una diferencia
entre acumular conocimiento y aprender. Uno debe tener conocimientos, de lo
contrario no sabría dónde vive, no recordaría su nombre, etc. Por tanto, en
cierto nivel el conocimiento es imprescindible, pero cuando ese conocimiento se
utiliza para comprender la vida, que es un movimiento, que es algo vivo, que se
mueve, que es dinámico, que cambia a cada momento, cuando uno no puede moverse
con la vida, entonces vive en el pasado y trata de comprender esa cosa
extraordinaria llamada vida. Para comprender la vida tiene que aprender cada
minuto y nunca afrontarla como algo aprendido.
NO ESCUCHAMOS
Hay demasiado ruido a
nuestro alrededor, demasiado parloteo en nuestro interior.
Hay demasiadas dudas,
exigencias, urgencias e impulsos. Hay tantas cosas y nunca escuchamos ninguna
de ellas completamente, totalmente y hasta el final. Si fuera tan amable de
escuchar así, vería que, sin intervención suya, la mutación, el vacío, la
transformación, la percepción de lo real se manifiesta. No tiene que hacer nada
porque lo que haga interferirá, porque es codicioso, envidioso y porque está
lleno de odio, ambición, y de todo lo que puede fabricar su mente. Si puede
escuchar con alegría, vitalidad, sin esfuerzo, quizás entonces en el sereno y
profundo silencio, conozca lo que es la verdad; y solo esa verdad libera, nada
más. Por eso, uno debe mantenerse completamente solo e independiente en esto.
No puede escuchar a través de otro; no puede ver con los ojos de otro; no puede
pensar con los pensamientos de otro. Sin embargo, sigue escuchando a través de
otros, mirando a través de las actividades, los santos, y los dictados de
otros. Así, si descarta todas estas cosas secundarias, esas actividades de
otros, y es sencillo, tranquilo, y escuchar, entonces lo verá.
ESCUCHAR ES VER LA
VERDAD
El arte de escuchar es
el terreno.
Solo escuche, porque si
es capaz de escuchar y de ver la verdad de lo que se dice, entonces el
pensamiento no intervendrá. Si está en ese estado de escucha, el hecho, la
verdad, actuarán. Si planta una semilla en la tierra y tiene vitalidad,
crecerá. De la misma manera, el arte de escuchar es el terreno. El acto de
escuchar solo es posible cuando hay atención, y no hay atención si interfiere
la interpretación, la valoración, la condena o el juicio de eso que escucha. Si
escucha totalmente, con atención, sin ningún observador, que es el pensador,
entonces ese mismo acto de escuchar elimina lo falso y solo se escucha lo
verdadero.
El acto de escuchar es
el terreno. En ese campo, se puede sembrar cualquier semilla, y solo la semilla
tiene vitalidad, energía, fuerza para crecer, para florecer. Eso es lo que
realmente estamos haciendo ahora. Estamos escuchando sin aceptar o rechazar,
sin juzgar. Estamos escuchando tan completamente que el mismo acto de escuchar
destruye lo falso y permite que la semilla de la verdad se arraigue.
ESCUCHAR ES UN MILAGRO
Es acto de escuchar es
en sí mismo un milagro.
Escuchar es un arte del
que muy pocos son capaces. Nunca escuchamos, realmente. La palabra tiene un
sonido y cuando escuchamos el sonido lo interpretamos, tratamos de
interpretarlo según nuestro propio lenguaje o tradición. Nunca escuchamos con
profundidad, sin distorsión. Por eso, quien les habla sugiere, respetuosamente,
que escuchen y no interpreten lo que se dice. Cuando le cuentan una historia
interesante a un muchacho, él escucha con un sentido enorme de curiosidad y
energía. Quiere saber lo que sucederá, y espera con ansiedad hasta el final.
Pero nosotros, la gente adulta, hemos perdido toda curiosidad y la energía para
descubrir, esa energía necesaria para ver con claridad las cosas como son, sin
distorsionarlas. Nunca nos escuchamos unos a otros. Nunca escucha a su esposa,
¿lo hace? La conoce muy bien, o ella a usted. No está ese sentido de profundo
afecto, de amistad, de concordia que hace que uno y otro se escuchen, tanto si
nos gusta como si no. Sin embargo, si escucha de forma completa, ese acto de
escuchar es en sí mismo un milagro.
ESCUCHAR ES UN ARTE
Escuchar sin el oído.
Existe un arte de
escuchar. La palabra arte significa poner cada cosa en su justo lugar. Si
comprende el significado de esa palabra, el verdadero arte no es pintar
cuadros, sino el arte de poner su vida en su justo lugar, lo cual es vivir en
armonía. Cuando pone cada una de sus cosas en su justo lugar, es libre. Poner
cada cosa en su justo lugar forma parte de la inteligencia. Dirá que le damos
un nuevo significado a la palabra inteligencia; uno debe hacerlo. Inteligencia
significa leer entre líneas, entre palabras, entre silencios, entre discursos, escuchar
con la mente todo el tiempo, atento para escuchar. Escuchar no solo con el
oído, sino también sin el oído.
DOS ESCUCHAS
Dos maneras de
escuchar.
Como saben, hay dos
maneras diferentes de escuchar, a saber escuchar casualmente, escuchar una
serie de ideas, estando de acuerdo o en desacuerdo con ellas, pero también
existe otra forma de escuchar que no solo consiste en escuchar las palabras y
su significado, sino también en escuchar lo que realmente está sucediendo en
uno. Si uno escucha de esa manera, entonces, lo que dice quien les habla tiene
relación con lo que escuchan de sí mismos, entonces no están tan solo
escuchando a quien les habla, lo cual es irrelevante, sino todo el contenido de
su propio ser. Si escuchan con esa intensidad, al mismo tiempo y en el mismo
nivel, estaremos participando juntos, compartiendo lo que de hecho está
sucediendo. En ese momento uno tiene la pasión que transforma ‘lo que es’.
ESCUCHARLO TODO
Escucha los ruidos
lejanos como los cercanos.
¿Alguna vez se ha
sentado en silencio, sin fijar su atención en nada, sin hacer esfuerzos para
concentrarse, con la mente en calma, realmente en silencio? Entonces escucha
todo, ¿no es cierto? Escucha los ruidos lejanos como los cercanos, los que
están muy cerca, esos ruidos inmediatos, eso en realidad significa que escucha
todo. Su mente no se limita a un único y pequeño canal. Si puede escuchar de
esa forma, escuchar con facilidad, sin esfuerzo, descubrirá que sucede un
cambio extraordinario en usted, un cambio que llega sin su voluntad, sin que lo
pida, y en ese cambio hay enorme belleza y profunda percepción.
VER Y ESCUCHAR
Atención implica ver y
escuchar.
Atención implica ver y
escuchar. No solo escuchamos con el oído sino que también somos sensibles al
tono, a la voz, a lo implícito en las palabras; se trata de escuchar sin
interferencias, de captar de manera instantánea la profundidad de un sonido. El
sonido juega una parte extraordinaria en nuestras vidas: el sonido de un
trueno, una flauta que toca a la distancia, el sonido sordo del universo, el
sonido del silencio, el sonido de nuestro propio corazón latiendo, el sonido
del pájaro y el del hombre que camina por la acera, la cascada. El universo
está lleno de sonidos. Ese sonido tiene su propio silencio; todas las cosas
vivas están incluidas en ese sonido del silencio. Estar atento es escuchar ese
silencio y moverse con él.
ESCUCHA CON ATENCIÓN
Darse cuenta de la
inatención.
Atención es ese
escuchar y ver, y esa atención no tiene límites, resistencia, por tanto, es
ilimitada.
Estar atento implica
esa inmensa energía, no es quedarse clavado en un punto. En esa atención no hay
un movimiento repetitivo, no es mecánico. No se trata de cómo mantener esa
atención; si uno aprende el arte de ver y escuchar, esa atención puede
focalizarse en una página, en una palabra. Ahí no hay resistencia, que es la
actividad de la concentración. La inatención no puede mejorarse para que sea
atención. Darse cuenta de la inatención termina con la inatención, no se trata
de que la inatención se convierta en atención. Terminar no tiene continuidad.
El pasado modificándose a sí mismo es el futuro, una continuidad de lo que ha
sido, y encontramos seguridad en la continuidad, no en el terminar. Así que la
atención no tiene esa cualidad de continuidad. Cualquier cosa que tenga
continuidad es mecánica. El llegar a ser es mecánico e implica tiempo. La
atención no tiene esa cualidad del tiempo. Todo esto es un asunto muy
complicado. Uno debe investigarlo en profundidad y con sumo cuidado.
Uno deja de aprender en
el momento en que discute con la vida.
JIDDU KRISHNAMURTI
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